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Madrid, 2 de mayo (EFE).- La primavera lluviosa ha llenado embalses, ha mitigado la sequía en España y ha provocado el crecimiento de la vegetación, lo que supone más combustible disponible para arder, pero los expertos aseguran que no implicará necesariamente un mayor riesgo de incendio forestal, ya que esto dependerá más de la meteorología del verano.
Imágenes de satélite del antes y después de los episodios de precipitaciones muestran cómo la Península Ibérica se ha teñido de verde y ha recuperado la vegetación, incluso en zonas que estaban en situación crítica, como la marisma de Doñana.
¿Esto es un riesgo directo para los fuegos forestales de verano? La investigadora del CSIC Cristina Santín, experta en incendios, es clara: “Directo no, porque para que esa vegetación arda, tiene que estar seca. Ahí es donde entra la otra variable, el tiempo atmosférico o el clima”, señala a EFE.
La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) informó de que había entre un 60% y un 70% de probabilidades de que el trimestre formado por los meses de abril, mayo y junio fuera más cálido de lo normal, aunque anticipó mucha incertidumbre en cuanto a las precipitaciones.
“Si no ocurre ningún episodio meteorológico adverso, lo que conocemos comúnmente como olas de calor, episodios de temperaturas extremas y bajas humedades relativas, la planta aguantará, más o menos, hasta mediados del verano”, afirma a EFE el decano del Colegio de Ingenieros Forestales en la Comunidad de Madrid, Carlos Madrigal.
Pero “en cuanto empiecen los primeros episodios de calor”, la vegetación empezará a secarse, sobre todo las hierbas y los pastos que este año han disparado su crecimiento, lo que podría generar problemas de incendios, aunque “de poca entidad”, según el ingeniero forestal.
Más que las lluvias, los expertos consultados por EFE coinciden en que uno de los mayores problemas en España que aumentan el riesgo de incendio son los cambios en el paisaje y el abandono de los usos tradicionales de los montes y bosques.
Antes se trabajaba más el campo y se aprovechaba su madera, pero su abandono ha contribuido a que la vegetación, en muchos casos, crezca más descontrolada y esté más expuesta a arder y a propagar los incendios.
“España está más verde ahora que hace 30 años, lo cual es genial para muchísimas cosas. Pero más verde significa más vegetación y más combustible para los incendios. Si a eso le sumas que el cambio climático hace que esa vegetación esté más seca más días al año y sea más susceptible a arder, ahí tienes la combinación”, explica la investigadora del CSIC.
Las olas de calor en España se están volviendo más frecuentes y extremas por el cambio climático. Un paisaje en mosaico con usos tradicionales, como la agricultura o la ganadería extensiva, que rompan la continuidad del paisaje y hagan de “cortafuegos”, es una medida de prevención esencial, insiste Santín.
El científico titular del Instituto de Incendios Forestales (ICIFOR-INIA, CSIC) Javier Madrigal insiste en que la causa principal es la ausencia de gestión, y el cambio climático actúa como un “acelerador”.
“La disponibilidad de combustible es una cantidad que depende mucho más de lo que venimos acumulando estos años, de la ausencia de gestión, que hace que esté esa biomasa acumulada en el territorio, y no tanto de las lluvias puntuales de esta primavera”, dice a EFE.
Este especialista insta a que, especialmente en un año como este, en el que hay mucha vegetación disponible, se utilice el fuego “en nuestro beneficio”, con técnicas como las del “fuego prescrito” para disminuir la carga de combustible.
Esta técnica consiste en que los servicios forestales quemen de forma controlada pequeñas ramas, palos secos, hierbas y partes finas de las plantas, lo que permite no solo contener la propagación de los incendios sino también “fomentar determinados procesos ecológicos” en estos terrenos.
“Si hay un incendio que justo se topa ese año con una quema prescrita que has hecho recientemente, generalmente se para ahí, o disminuye tanto su intensidad que es muy fácil por parte de la extinción hacerse con ese frente de llama”, explica.
Los expertos también recuerdan que la mayoría de los incendios tienen causas humanas -intencionales o por negligencia-, por lo que la educación y la concienciación también son fundamentales para reducir el número de igniciones, así como la mejora de las alertas.