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El Real Madrid, bajo presión en su visita dominical al Espanyol, está a siete puntos, y al líder de LaLiga le restan siete jornadas. La lógica sugiere que el título debería ser del Barcelona, a menos que el vigente campeón lo gane todo y asalte Montjuïc.
Parece difícil de imaginar, pero también era poco probable pensar que el Barça, tras su triunfo ante el Borussia Dortmund, sufriese un partido tan complicado en Leganés, pero sucedió.
Tuvo que ponerse el equipo de Flick el traje de trabajo y sufrió para ganar. Y ganó lejos de la excelencia. Y tras un encuentro discreto, que en su primera parte fue, incluso, malo por momentos.
Salvó Wojciech Szczesny al Barça, al igual que Marko Dmitrovic hizo con el Leganés en un primer tiempo muy incómodo para el líder, que no logró imponer su ritmo ante un rival sólido en defensa, bien posicionado y que salía con velocidad, evitando los fuera de juego, cayendo en solo dos ocasiones.
El orden del Leganés provocó nervios y descontrol en un Barça que no sabía cómo sacar el balón limpio desde atrás… Y que sufría, mucho, al retrasar líneas, nunca bien coordinado y a menudo desconcertado ante la valentía de un rival que, jugándose la salvación, se atrevió a tutearlo, llegando al descanso sin goles. Con suerte incluso para el Barça, por una última llegada local que heló la sangre al líder.
Tanto como la lesión de Alejandro Balde, quien tuvo que ser sustituido por Gerard Martín, generando una evidente preocupación en el conjunto azulgrana por lo que se avecina en el calendario.
FORTUNA Y SERIEDAD
Entendió Flick el desorden de su equipo y en el vestuario optó por sacar del campo a Ronaldo Araújo y colocar a Frenkie de Jong en su lugar. El entrenador del Barça buscaba cambiar la dinámica del partido y la fortuna le sonrió, regalándole un gol antes de cumplirse los tres minutos.
Todavía se adaptaba el Leganés a ese nuevo escenario cuando un centro raso y en diagonal de Raphinha desde la izquierda para Robert Lewandowski lo cortó fatalmente Jorge Saenz, marcándose en propia puerta el 0-1 que cambiaba, entonces sí, el rumbo del encuentro.
Sorprendió, en todo caso, el poco ritmo que impuso el Barça a su juego y las oportunidades que le dio a un Leganés que, herido pero orgulloso, nunca se rindió. Se anuló un gol a Raba por fuera de juego (claro) y rozó el empate Diego García, con un remate que, evitando el fuera de juego, se marchó fuera por muy poco.
Quiso, hasta el límite, lograr el empate el Leganés, y el Barça tiró de oficio, seriedad y calma para llevarse esa victoria trascendental, salvada en tiempo añadido por Iñigo Martínez al cortar una internada peligrosa de Munir.
Sufrir y vencer para el líder. Para el Leganés, seguir sufriendo en la zona baja por una salvación que se antoja cada día más difícil.
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