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Este es el ambiente que se siente en Jet Set tras la tragedia que se cobró la vida de Rubby Pérez y 230 personas

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Este dolor es eterno," dijo mientras luchaba por contener el llanto.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Entre las víctimas, Rubby Pérez, el merenguero que marcó a generaciones, cantaba sus últimas estrofas sin saber que, con ellas, se despedía para siempre.

Ahora, lo que fue un lugar de alegría se ha convertido en un altar colectivo.

Cientos de corazones afligidos se acercan a la zona cero buscando consuelo en medio del pesar.

Velas parpadeantes alumbran fotografías y flores, mientras las lágrimas de familiares y amigos se unen en un río interminable de tristeza. Valentina Quintana, con un ramo entre sus manos temblorosas, se arrodilló frente a las imágenes de sus inseparables amigas, Rosa Méndez y María Flores.

Cada mañana, compartían sueños y risas; hoy, la joven ofrece su “buenos días” en un acto que mezcla amor y desgarradora despedida. “Fue negligencia,” dice entre sollozos, esperando que una justicia mayor actúe.

A medida que las horas transcurren y el dolor se siente como una carga insoportable, personas de diferentes lugares del mundo se aproximan, compartiendo el sufrimiento del pueblo dominicano.

Franciss Medrano, amiga de alguien que perdió a siete miembros de su familia, expresó entre lágrimas que la tragedia no solo le arrebató a esa persona a sus seres queridos, sino también la paz que antes tenía. “Este dolor es eterno,” dijo mientras luchaba por contener el llanto.

El alcalde de Nueva York, Eric Adams, llegó para rendir homenaje. Caminando entre las ruinas y los recuerdos, pronunció con voz entrecortada: “El dolor de los hermanos dominicanos, es el mío.” Sus palabras resonaron en el silencio pesado que envuelve lo que queda de la discoteca.

Allí las Familias enfrentaron la dolorosa tarea de identificar a sus seres queridos, mientras soportan el calor, el hedor y el peso del dolor. Cada rostro lleno de angustia narró una historia de pérdida que jamás podrá olvidarse.

Incluso los comerciantes de la zona viven bajo la sombra de la tragedia. Alexander Peguero, entre las cenizas, intenta retomar la rutina que alguna vez fue parte de su vida. “Esta tragedia me marcará para siempre,” confesó, mientras su mirada se perdía entre los recuerdos.

Lo que antes fue un lugar de fiesta ahora es un espacio de luto, un testigo silencioso de una noche que arrebató sueños, risas y vidas. La República Dominicana llora, unida en un dolor que no conoce límites ni consuelo.

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