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Informe forense sobre la muerte expuesta

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Al suceder la tragedia en la discoteca Jet Set, de esta capital, la muerte adquirió un aire de espectacularidad.

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Al suceder la tragedia en la discoteca Jet Set, de esta capital, la muerte adquirió un aire de espectacularidad. Lo negativo es que de inmediato se ha desatado una preocupación por muertes públicas e involuntarias, debido a posibles estructuras mal construidas, lo que comienza a atraer la atención de los ingenieros.

Lo positivo es que también está llamando la atención del público con relación a los directivos forenses, algo que justamente no tenemos en el país, aunque hay pocos médicos forenses debidamente acreditados por la universidad estatal.

La muerte por accidente es enteramente pública (pertenece al Estado); los casos de víctimas colectivas, aunque se desee, no se pueden evitar que se conviertan en protagonistas del espectáculo. Todo lo que sigue es, por lo tanto, que el Cuerpo Médico-Forense de la República Dominicana debe generar un informe pericial de todo lo acontecido.

La escena de un suceso empieza a partir del escenario, que generalmente ha tenido lugar a partir de la llamada que proviene de la Policía, y no necesariamente de los ciudadanos.

Aunque se ha escuchado hablar de muchos principios técnicos para aplicarlos en el lugar: “No tocar, no pisar, no alterar, sin antes documentar a través de fotografías, filmaciones, croquis”, es imprescindible llenar un acta, que es como “la regla fundamental en el desarrollo de la investigación forense”.

Si consideramos esa pobre ley que crea el Inacif-RD (Ley 454-08), en su artículo 2, sobre las funciones del organismo, en particular donde dice que se deberá “establecer protocolos de actuación en las distintas disciplinas científicas y asegurar niveles adecuados de calidad en los informes”. Pues, es urgente que el Congreso de la nación exija ver esos protocolos, ya que la experiencia en el manejo de la tragedia del Jet Set lo contradice.

Los forenses trabajan para los fiscales, y dado que esos “protocolos” son útiles para los informes, se deben establecer normas que garanticen la independencia de los peritos forenses.

Los peritos informan al tribunal mediante un informe escrito, bastante exhaustivo, y deben presentarlo con claridad. La preparación de un informe requiere varias semanas o meses, pero no es lo usual. La urgencia nunca debe perjudicar la calidad de un informe. Por lo tanto, en el presente caso, estos no deben hacerse en solitario, sino en equipo.

Los informes de autopsia pueden ser vagos, sospechosos y falsos, cuando la persona fallecida aparece consignada con poca información, como desconocida, señalando los mecanismos de muerte, no así la causa.

El informe forense debe enumerar todas las lesiones, y debe incluir los gráficos, fotos, radiografías para mostrar las pruebas al tribunal. Y debe mostrar un grado razonable de certidumbre científica o médica. No están permitidas las especulaciones, rumores o ideologías políticas.

La televisión pone en riesgo la función del forense que, aunque esté en la escena, no siempre es un experto.

Como es sabido, la vida social, política o democrática de los ciudadanos siempre está buscando una audiencia mayor, y sin pensar en los problemas éticos o jurídicos, se guían mucho de los medios de comunicación. Por ello, el verdadero forense sabe muy bien, que declarar a los medios es poner en riesgo el informe.

Hago mención de todo esto para que no vaya a peligrar el informe forense. Si los muertos no mienten, la autopsia revelará la verdad (que otros quieran ocultar).

Estoy seguro de que sus conclusiones llegarán a motivar a los legisladores para que modifiquen la Ley del Inacif; será, pues, la primera vez que oiremos a sus autoridades. Y eso será la otra tragedia.

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