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La República Dominicana cuenta con leyes y reglamentos que, en lo concerniente a la construcción de obras públicas y privadas, estipulan lo indispensable, en cuanto a permisos e ingeniería, para aprobar las nuevas edificaciones. Esto es, para asegurar la seguridad de la población, no obstante, en lo que respecta a la revisión periódica de la integridad y la seguridad de las estructuras e infraestructuras, hay una laguna legal y procedimental que debe ser resuelta urgentemente, según el ingeniero Osiris de León, miembro de la Academia de Ciencias.
De León dirige la Comisión de Supervisión de Infraestructuras Públicas frente al Cambio Climático, establecida por el presidente Luis Abinader mediante el Decreto 603-23, y de la cual forman parte el CODIA, la UASD, la Pucamaima, el INTEC, la UNPHU, el MOPC, el Mived y la Onesvie.
Según de León, casi todas las estructuras formales, al principio, satisfacen los requisitos estructurales establecidos en nuestros reglamentos, asumiendo una buena práctica de ingeniería; sin embargo, con el tiempo, cualquier estructura puede verse perjudicada en su integridad por vibraciones derivadas de excavaciones cercanas, y por las vibraciones sísmicas frecuentes en la región.
Además, por las vibraciones ambientales del tráfico pesado y de grandes plantas eléctricas cercanas, por la lluvia ácida que deteriora el hormigón, por el salitre que, junto con la lluvia ácida, corroe el acero de refuerzo del hormigón, lo que amerita que cada cierto tiempo, las estructuras, especialmente aquellas que son sensibles porque reciben a mucha gente, deben ser revisadas obligatoriamente en su totalidad para la seguridad y tranquilidad de la sociedad, indica.
En las ciudades donde hay roca dura, como Santo Domingo, San Pedro de Macorís, La Romana, Punta Cana-Bávaro, las estructuras construidas sobre la roca tienen muy buena respuesta sísmica debido a esa roca dura, pero con frecuencia se proyecta alguna nueva construcción vecina, que precisa una excavación con martillos retro o compresores neumáticos que generan vibraciones de alta frecuencia que actúan como pequeños sismos acumulados y agrietan construcciones existentes, disminuyendo su resistencia inicial a la compresión y al esfuerzo cortante.
«Lo cual, sumado a otros factores ambientales, puede comprometer la seguridad estructural, especialmente si ocurriese un fuerte terremoto al que estamos expuestos en esta región», según de León, quien por años ha estudiado las amenazas sísmicas.
Otro factor que afecta el deterioro gradual del hormigón, según de León, es la lluvia ácida, que se acidifica por el alto contenido de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera.
De León expuso que esa lluvia, acidificada por el ácido carbónico (H2CO3), con el transcurso de los años, tiende a disolver químicamente parte del carbonato de calcio (CaCO3) presente en el cemento del hormigón, y ese efecto reduce parcialmente la resistencia inicial del hormigón, y aunque el hormigón se diseña para una resistencia a la compresión superior a la requerida, hay situaciones donde muchos años acumulados hacen que su resistencia caiga a niveles críticos.
En ese sentido, explicó que eso puede ser identificado y corregido si las normativas establecieran una revisión periódica de la integridad de los elementos estructurales fundamentales de cada construcción que alberga o recibe a muchas personas, como hospitales, escuelas, estadios, iglesias, teatros, etc., debiendo priorizarse el uso de agua alcalina, y no agua ácida, para los hormigones, tal y como lo hacían los constructores romanos hace 2,000 años.
Declaró que nuestras ciudades costeras se ven afectadas a diario por el ataque químico del salitre traído por el viento, el cual, por el alto contenido de cloruros de sodio y de potasio, tiende a oxidar rápidamente el acero de refuerzo del hormigón, dado que el hormigón es poroso y permite que el vapor de agua (humedad) cargado de salitre, y la lluvia cargada de CO2, penetren a través de los poros del hormigón hasta llegar al acero de refuerzo interno, oxidarlo y debilitarlo, y, con el tiempo, ese proceso recurrente reduce la resistencia de los elementos estructurales expuestos en el exterior de estructuras e infraestructuras, y una revisión periódica obligatoria, ordenada por una ley o un reglamento, podría identificar y ordenar corregir.
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