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Estoy convencido de que la tragedia, donde más de 240 personas perecieron aplastadas, podría haberse prevenido con una inversión correcta y la debida supervisión gubernamental.
Y a los familiares de las víctimas de la tragedia en la discoteca Jet Set, que enlutó a más de 220 familias.
Golpes como los del odio de Dios: como si ante ellos /la resaca de todo lo sufrido /se estancara en el alma…¡Yo no sé!/son pocos, pero son/Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en la espalda más fuerte/Serán tal vez los potros del bárbaro Atila/o los heraldos negros que nos envía la Muerte./Son las caídas profundas Cristos del alma de alguna fe adorable que el destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones/de algún pan que en la puerta del horno se nos quema./y el hombre…/Pobre…/Pobre/vuelve los ojos/como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada:/vuelve los ojos locos,/y todo lo vivido se estanca, como charco de culpa,/en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! (Cesar Vallejo, poeta peruano)
El pueblo, consternado, devastado y hasta rabioso, lamenta la tragedia. ¡Cuánta gente valiosa! ¡Cuántos sueños truncados en un instante! ¡Cuántas esperanzas rotas en un segundo! ¡Cuánto dolor acumulado en un pueblo que no comprende cómo pudo ocurrir algo tan desastroso, me pregunto una y otra vez, sin hallar respuestas que calmen mi desesperación y mi angustia, ¿cómo pudo colapsar el techo de un lugar público repleto de seres humanos que buscaban diversión, alegría y paz?
Aún me resulta imposible aceptar que mi buen amigo Rudy Pérez, no solo «la voz más alta del merengue», sino una persona encantadora, afable, cariñosa y solidaria, haya fallecido. ¡No! Como diría Mario Benedetti, esa muerte me tiene «rabioso y consternado». Rudy, al igual que todos los presentes en la discoteca, no merecían morir de esa forma. ¡Coño no!
La tragedia de Jet Set nos obliga, no solo a reflexionar, sino a que las autoridades y toda la ciudadanía tomen medidas drásticas, porque eventos como ese no pueden repetirse bajo ninguna circunstancia. ¡Hay que tomar medidas drásticas, contundentes; ¡debe haber consecuencias ante lo que algunos abogados denominan «homicidio involuntario», que está tipificado en nuestra ley!
Estoy convencido de que la tragedia, donde más de 240 personas perdieron la vida aplastadas, pudo evitarse con una inversión adecuada y la supervisión gubernamental.
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