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La tragedia en Jet Set ensombrece el ánimo de la gente durante Semana Santa

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Las razones detrás de este comportamiento fueron diversas: muchos mencionaron que la reciente tragedia ocurrida en la emblemática discoteca Jet Set les había afectado anímicamente.

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Santo Domingo. Este Domingo de Resurrección, la capital dominicana experimentó una especie de “toque de queda”, donde una porción importante de la población optó por pasar el asueto de la Semana Santa en sus hogares, especialmente en los barrios de la zona alta de la ciudad. El recogimiento fue la tónica entre los ciudadanos.

Las razones detrás de este comportamiento fueron diversas: muchos mencionaron que la reciente tragedia ocurrida en la emblemática discoteca Jet Set les había afectado anímicamente.

Otros señalaron que acataron el llamado de las autoridades para preservar la vida, mientras que una parte afirmó que la falta de recursos económicos les impidió visitar playas o viajar al interior del país.

Las calles de Santo Domingo lucían vacías, con un flujo vehicular casi inexistente. Sin embargo, este panorama también puso en evidencia la falta de limpieza urbana, con acumulación de basura en las calzadas y contenes, generando un ambiente desagradable.

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En el mismo sector, Gorkis del Carmen describió un fin de semana diferente: “Esta vez no hubo piscina, ni bullicio, ni bebidas alcohólicas. Fue muy tranquilo y acatamos el llamado del gobierno. Estos días son para reflexionar, hubo demasiados muertos.”

Eduardo Luciano y Esther García, en la calle La Guardia, concordaron en que prefirieron mantener un perfil bajo debido al impacto emocional que generó el colapso del techo de la discoteca Jet Set el pasado día ocho.

Ramón Ortiz, en el ensanche Espaillat, expresó: “Ni siquiera vi una piscina este año. Creo que la tragedia influyó mucho. Había muchas personas acongojadas y mi familia tampoco quiso salir.”

En sectores como Capotillo, Edward Rafael y Michael Alexander destacaron que incluso la Policía no permitió abrir negocios, lo que le dio al ambiente un toque similar al vivido durante la pandemia del coronavirus. “Nos quedamos tranquilos, tomándonos un ron en casa,” mencionó Elizabeth, otra residente de la zona.

A pesar del panorama de recogimiento, algunos puntos de la ciudad mantuvieron cierto movimiento. Por ejemplo, el mercadito de la Calle Central, en el ensanche Espaillat, registró una buena afluencia de personas comprando productos agrícolas y vegetales.

De igual manera, en colmados como El Rincón de Andrea, en Villas Agrícolas, los vecinos se reunieron para comprar empanadas y jugos.

Sin embargo, calles como Marcos Ruiz en Villa Juana y San Juan de la Maguana, en Cristo Rey, permanecieron desoladas, al igual que grandes avenidas como la V Centenario.

Algunas familias aprovecharon para visitar parques, caminar, hacer ejercicio y reencontrarse con familiares y amigos. Anthony Polanco, residente de la calle Aníbal Espinosa, colocó una pequeña piscina para sus sobrinos, pero admitió que el ánimo no estaba “para salir a ningún lugar.”

El Triduo Pascual (Jueves, Viernes y Sábado Santo), tradición católica profundamente arraigada, congregó a muchos feligreses en sus iglesias habituales, manteniendo viva la espiritualidad propia de esta época.

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