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Misa de Navidad 2025: Un instante de renovación y unión

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La Eucaristía estuvo encabezada por monseñor Francisco Ozoria Acosta, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, con una amplia representación del clero y del pueblo de Dios.

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La Eucaristía estuvo encabezada por monseñor Francisco Ozoria Acosta, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, con una amplia representación del clero y del pueblo de Dios. / Fuente externa.

Santo Domingo.-En el contexto del Jueves Santo, que da inicio al Triduo Pascual, la Arquidiócesis de Santo Domingo celebró este jueves la tradicional Misa Crismal en la Catedral Primada de América.

La Eucaristía fue presidida por monseñor Francisco Ozoria Acosta, arzobispo metropolitano de Santo Domingo, y contó con la participación de una nutrida representación del clero y del pueblo de Dios.

Durante la solemne ceremonia, concelebraron el obispo auxiliar monseñor José Amable Durán Tineo, el obispo auxiliar emérito monseñor Benito Ángeles Fernández y monseñor Daniel Lorenzo Vargas. También se unieron decenas de sacerdotes, diáconos y laicos de toda la Arquidiócesis, en una clara manifestación de comunión eclesial.

En su homilía, monseñor Ozoria ofreció una profunda reflexión sobre los cimientos del sacerdocio. Destacó que la vocación sacerdotal es un don gratuito de Dios que se recibe con humildad, como “vasijas de barro”, refiriéndose a la fragilidad humana sostenida por la gracia.

Explicó que la unción simboliza la consagración del sacerdote para cumplir una misión liberadora, evangelizadora y sanadora, agregando que esta misión debe vivirse en comunión, en un espíritu sinodal que trascienda el individualismo y promueva una Iglesia más fraterna, participativa y solidaria.

Al citar el pasaje bíblico “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido… para llevar la Buena Noticia a los pobres”, el Arzobispo enfatizó que la misión encomendada a los sacerdotes no tiene fecha de vencimiento y no se desvanece con el paso de los años ni con el cansancio, sino que se fortalece constantemente con la acción del Espíritu y la comunión con el pueblo de Dios.

Uno de los momentos más emotivos de la celebración fue la renovación de las promesas sacerdotales, donde los presbíteros reafirmaron su fidelidad a Cristo y a la Iglesia.

Asimismo, se llevó a cabo la bendición de los Óleos de los catecúmenos y de los enfermos, así como la consagración del Santo Crisma, elementos esenciales en la vida sacramental de la Iglesia, que se utilizarán en bautismos, confirmaciones, ordenaciones y unciones a lo largo del año litúrgico.

El Coro de Santo Domingo Oeste acompañó la liturgia con una selección musical que ayudó a crear un ambiente de profunda espiritualidad, brindando solemnidad y recogimiento a cada instante de la misa.

Al concluir la celebración, los Santos Óleos fueron entregados a los arciprestes de las vicarías territoriales de la Arquidiócesis: Este, Norte, Oeste, Distrito Nacional y Santo Cristo de los Milagros (Bayaguana-Monte Plata).

Este acto representó el vínculo entre la Catedral Primada y las comunidades locales, así como el envío de la misión pastoral a todas las parroquias de la Iglesia particular de Santo Domingo.

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