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Nate Silver (Michigan, 1978) aparece súbitamente en la pantalla de Zoom y saluda con una sonrisa un tanto tímida. Viste gorra negra y luce una barba incipiente, y a sus espaldas sorprende una estantería Billy blanca de Ikea completamente vacía. No se parece al meticuloso cerebrito que asombró al mundo en 2012 cuando su web FiveThirtyEight clavó los resultados de las elecciones presidenciales de EEUU, ganadas por segunda vez por Barack Obama.
Pareció entonces que la demoscopia científica había hallado por fin a su oráculo, hasta que cuatro años después, con todos los focos puestos sobre él, Silver erró al dar como perdedor al estridente Donald Trump. Como, por cierto, erraron los demás.
Aquello le alejó de la política, volvió a jugar a su amado póker y decidió investigar una extraña tribu libertaria de amantes del riesgo a la que bautizó como El Río, opuesta a la más izquierdista y regulada Aldea. El resultado es un apasionante libro titulado Al límite, que ahora publica Debate.
«Reparar los daños que está causando Trump podría requerir tomar décadas o incluso siglos»
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