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Entrevista a Abel Romero, experto en gestión de empresas fúnebres y protocolo funerario en Argentina
En República Dominicana, la despedida de un ser querido no es solo un momento emotivo, sino también una ceremonia muy bien definida por reglas, costumbres y valores. Desde el protocolo establecido por instituciones como la Policía Nacional, hasta las ceremonias para personalidades públicas, cada velatorio refleja el nivel de respeto y reconocimiento que merece el difunto.
Conversamos con Abel Romero, experto argentino en gestión de empresas fúnebres y ceremonial, quien nos ayudó a entender cómo estos actos varían según la figura del fallecido y qué rol juega el protocolo para convertir una despedida en un acto de honor.
En el país, la organización de ceremonias fúnebres institucionales está regida por el Reglamento de Ceremonias y Honras Fúnebres de la Policía Nacional, además de normativas civiles generales. El artículo 1 del reglamento establece que todas las honras deben realizarse “con respeto, dignidad y en cumplimiento de los protocolos establecidos”, garantizando que cada homenaje refleje la solemnidad que merece.
La Dirección de Recursos Humanos es la encargada de coordinar los actos, junto con la familia del fallecido y líderes religiosos o civiles, asegurando el cumplimiento de cada etapa ceremonial.
Entrevista a Abel Romero: “El protocolo fúnebre también honra la identidad”
¿Qué tan importante es el protocolo fúnebre en una sociedad?
“El protocolo fúnebre es más que un ritual. Es una forma de reafirmar los valores de una sociedad: respeto, memoria, servicio. Y también permite que el duelo sea compartido. No es lo mismo despedir a un civil que a una figura pública o un funcionario. Cada persona tiene su ritual, su lugar simbólico de despedida”, explicó Abel Romero.
¿Cómo varía el protocolo según el perfil del fallecido?
“Una personalidad pública necesita una ceremonia abierta. Un lugar que lo represente. En cambio, un civil puede tener un acto más íntimo. En todos los casos debe haber solemnidad, pero también personalización. Eso es clave”, puntualizó.
¿Qué es el duelo nacional?
El duelo nacional es un acto oficial decretado por el Estado dominicano para honrar la memoria de una figura relevante (funcionario, artista, héroe nacional, etc.). Durante este período, que puede durar uno o varios días:
Las banderas ondean a media asta.
Se suspenden actividades oficiales festivas.
Se realizan ceremonias institucionales de homenaje.
Se emite un decreto presidencial que formaliza la disposición.
El duelo nacional es una muestra colectiva de luto, respeto y memoria por parte de todo el país.
Cómo se desarrollaron los velatorios: Casos recientes
La ceremonia del afamado merenguero Rubby Pérez fue un claro ejemplo de cómo el protocolo se adapta al legado personal. Sus restos fueron llevados al Teatro Nacional, escenario emblemático de la cultura dominicana, donde se le rindió tributo con gran solemnidad y presencia institucional.
Uno de los momentos más simbólicos del velatorio fue la presencia del presidente de la República, quien asistió para rendir homenaje personalmente, destacando la importancia nacional del artista. Este gesto representó el más alto nivel de reconocimiento estatal.
Además, se mantuvo una guardia de honor conformada por figuras del arte, personalidades del espectáculo y representantes del gobierno. Se escuchó su música a lo largo del acto, se proyectaron imágenes de su carrera, y el público tuvo la oportunidad de despedirse.
“Llevar sus restos al Teatro Nacional fue un acto simbólico muy fuerte. No solo era su escenario natural, también permitió que sus fanáticos y colegas se despidieran. Se combinó el protocolo con la emoción del pueblo”, explicó Romero.
El féretro del artista estuvo cubierto por la bandera nacional y la bandera de Venezuela, un símbolo que, según Abel Romero, “representa el agradecimiento del país al aporte del fallecido a la identidad nacional”. En República Dominicana, cubrir un ataúd con la bandera es un honor reservado para figuras de relevancia institucional o cultural. Es un gesto solemne que expresa el orgullo patrio por su legado
En el caso de la Gobernadora de Montecristi y líder comunitaria Nelsy de la Cruz, la ceremonia fue más íntima, pero no menos respetuosa. Se caracterizó por un ambiente de profundo recogimiento, con presencia de familiares, amigos cercanos y líderes sociales y el presidente de la Republica.
“En estos casos se prioriza el recogimiento. No hay grandes multitudes, pero sí palabras sentidas y gestos de respeto. A veces la emotividad del acto supera incluso al protocolo”, comentó Romero.
El papel del protocolo: Unión entre instituciones y comunidad
Más allá del rito, estos actos fúnebres representan una conexión entre la ciudadanía y las instituciones. Cumplir con estos protocolos asegura que el servicio, la trayectoria y el aporte de cada persona — ya sea un artista, un funcionario o un ciudadano común — reciba la despedida que merece.
“Cuando el protocolo se hace bien, no se siente frío ni distante. Se convierte en una ceremonia de amor, de gratitud. Ese es el verdadero valor del rito fúnebre”, concluyó Romero.
En República Dominicana, el protocolo fúnebre es una expresión cultural y legal que une a la sociedad en los momentos más difíciles. Honrar con dignidad no es solo una norma, es un acto de humanidad. Y como bien dicen en el país: “no se llora solo, se llora en comunidad”.
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