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El 28 de abril se cumplirán seis décadas de la invasión militar estadounidense que acabó con la verdadera democracia y soberanía. ¿Somos en la actualidad un país soberano con un sistema democrático? Realmente, la invasión estadounidense persiste con nuevas formas y la democracia es una falacia. Los hechos lo demuestran.
Tras la retirada de las tropas invasoras en 1966, se estructuró un cuerpo de asesores (MAAG) con 500 militares estadounidenses, que en la actualidad controla los mandos de las fuerzas armadas dominicanas. Asimismo, se estableció una red con 5,000 agentes de la CIA.
Esta agencia actualmente supervisa la DNI, la DEA tutela la DNCD y el FBI y la USAID intervienen en la Policía.
La IV Flota del Pentágono realiza escalas periódicas en la isla y las operaciones Nuevos Horizontes le han servido para conocer el territorio nacional y los recursos del subsuelo, y facilitar posibles operaciones militares.
La cúpula militar y Abinader pactaron con el Comando Sur intervenir en toda la isla, así como participar en intervenciones militares en la región latinoamericana.
El Puerto de Manzanillo ha sido entregado al Comando Sur, como base marítima para operaciones civiles y militares.
En la práctica, somos una posesión del Pentágono, de su Comando Sur y su IV Flota, a ser utilizada contra nuestra autodeterminación, la de Haití y la de cualquier nación de esta subregión.
Esto nos sitúa en la inaceptable situación de una colonia moderna, económicamente controlada por el FMI, BM y BID, bajo el dominio militar de EE. UU., dentro de una nueva etapa de su estrategia de privatización del Estado dominicano y del patrimonio público y natural de la Nación. El plan minero implica saqueo, daño ambiental y crisis hídrica.
En estas circunstancias, Abinader actúa como Gobernador de Colonia y activo agente del gran capital privado, asociado a élites capitalistas, a la partidocracia corrupta y al programa global de EE. UU., dedicado a la misión imposible de recuperar hegemonía y dominio mundial.
Ahora, el cuarteto Trump-Musk-Vance-Rubio, aprietan la tuerca de la guerra arancelaria, rumbo a una estrategia de expansión y anexión, que incluye la fantasía de aplastar a Cuba, Venezuela, Nicaragua, México, Palestina e Irán, apoderarse del Canal de Panamá y vencer a los BRICS.
Frente a esto, es imprescindible rebelarse. La resistencia social, que no ha cesado, necesita transformarse en ofensiva política, en un nuevo abril, en una renovada institucionalidad surgida de un proceso constituyente inspirado en la Constitución del 63, profundamente soberano y popular. Manifestarse el domingo 27 de abril contra el dominio de EEUU, es el primer paso.
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