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Una Nueva Era emerge, incesante y dinámica. Una Nueva Era, que se erige como columna vertebral del Templo del Amor, donde se ejerce el apostolado de la vida, y donde se graba el nombre de quienes se han entregado por la paz y bienestar en la obra creadora de Dios.
Esos trabajadores que, con luz, sostienen el Evangelio de Amor y Servicio, instituido por el Divino Maestro Jesús. Una Era, con nuevos sistemas y códigos de ética, con el fin, y los resultados, de ser establecidos en un nuevo nivel de conciencia, progresista y colaborativa, para transformar el mundo en un nuevo hogar, como nueva morada, con protección a la paz, sustentada en el respeto y la vida, normas en su carta magna de justicia, y bienestar para todos.
Una Era, que, aunque sujeta al determinismo, sus habitantes habrán sido purificados con severas pruebas, y que permanecieron unidos en amor al mandato de «amaos los unos a los otros».
¡Alegraos, entonces, por la Alta Gracia concedida y dispensada en este momento, por permanecer como trabajadores de la luz, ¡y al servicio con amor a la luz!
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