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El 21 de abril se recordó el 161 aniversario del nacimiento de uno de los sociólogos más influyentes del pensamiento científico: Max Weber. Referencia obligada en las ciencias sociales, Weber transformó la sociología, realizando grandes contribuciones al estudio de esta disciplina. Desde su concepto de “acción social”, pasando por sus profundos análisis sobre la burocracia, las religiones, y llegando hasta la relación entre economía y cultura, Weber ilumina los complejos senderos de la modernidad. Mientras Carlos Marx hace un análisis detallado de las relaciones capitalistas desde una perspectiva economicista, Weber, por el contrario, analiza las superestructuras que dan forma al comportamiento humano. Este científico social estudió la religión hindú, budista, china, islamismo y hasta el judaísmo. Asimismo, el autor de Economía y Sociedad creó modelos llamados “tipos ideales” que permitían la observación de fenómenos sociales. Su obra La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo, libro en donde el sociólogo alemán demuestra cómo los valores religiosos contribuyeron al desarrollo del sistema, es texto de consulta ineludible. El profesor universitario aborda los valores religiosos protestantes, que no estigmatizaban las ganancias ni las consideraban como “pecado”, fuertemente influenciados por la Reforma protestante llevada a cabo por Juan Calvino en el siglo XVI. Las concepciones weberianas sobre el “carisma” le crearon estigmas, acusándosele de ser el forjador intelectual de la figura de Adolfo Hitler; aunque muchos analistas consideran que, de haber vivido durante el fascismo, hubiese sido opositor, pues tenía muy arraigados los conceptos democráticos y liberales. Indudablemente la sociología weberiana no tiene fecha de vencimiento.