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A cinco años del fallecimiento de George Floyd, la batalla contra el racismo en EE. UU. parece estancarse

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Chauvin fue sentenciado a 22 años de prisión por asesinato y otros 21 por violar los derechos civiles de la víctima.

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Nueva York.- Este domingo se cumplen cinco años del fallecimiento de George Floyd a manos de un agente de policía blanco de Minnesota (EE.UU.), un suceso que impulsó el movimiento antirracista Black Lives Matter y la concienciación sobre la discriminación racial contra los afroamericanos, que ahora se ve debilitada al comenzar el segundo mandato de Donald Trump.

Las palabras “No puedo respirar”, últimas que pronunció Floyd ante el policía que lo inmovilizaba, fueron el “grito de batalla” y el detonante (junto con un vídeo del incidente) de la explosión de protestas que se extendieron por Estados Unidos y más allá, en las que participaron millones de personas que exigían el fin del racismo, reformas policiales y la reducción de fondos a la Policía.

Floyd, un hombre negro y pobre de 46 años, factores que jugaron en su contra, se vio involucrado en un incidente menor cuando el empleado de una tienda llamó a la Policía y lo acusó de comprar cigarrillos con un billete falso, tras lo cual fue arrestado. Mientras estaba inmovilizado en el suelo, el policía Derek Chauvin le presionó el cuello con su rodilla, a la vista de varios testigos que grabaron la escena.

“¡Mamá!”, también decía Floyd, quien pasó de ser un afroamericano más muerto bajo custodia policial a un símbolo contra el racismo. Chauvin fue sentenciado a 22 años de prisión por asesinato y otros 21 por violar los derechos civiles de la víctima. Sus tres compañeros, que no intervinieron para detener a Chauvin, también fueron sentenciados a penas menores.

El homicidio de Floyd desató una serie de protestas que exigían el fin de la violencia contra los negros, al grito de “Black Lives Matter” (las vidas negras importan), que se tomaron las calles en todo EE.UU. y en más de 60 países en señal de solidaridad, convirtiéndose en las protestas más grandes de la historia reciente, a pesar de la pandemia del covid-19.

En algunas ciudades estadounidenses se impuso el toque de queda y se movilizó la Guardia Nacional por orden del entonces presidente Trump, quien no tomó medidas contra los abusos y la brutalidad policial.

Las protestas generalizadas impulsaron el movimiento Black Lives Matter, que había nacido en 2013 después de que se absolviera a un vigilante por la muerte a tiros del adolescente negro Trayvon Martin en 2012 en Florida, y que siguió creciendo con otras muertes de afroamericanos, hasta llegar al caso Floyd, que provocó un diálogo nacional sobre el racismo.

Una violencia policial con clara motivación racial

Tras cinco años de su muerte no se han logrado cambios trascendentales y las muertes bajo custodia policial siguen ocurriendo, de forma desproporcionada para los afroamericanos, que tienen 2.8 veces más probabilidades que los blancos de morir en estas circunstancias.

Según un recuento del diario The New York Times, las muertes violentas a manos de la Policía por cada 100 mil personas desde 2015 han sido de 6.8 de nativos americanos y 6.7 afroamericanos, frente a 2.9 hispanos y 2.5 blancos.

Después de las protestas, en algunos lugares se redujo el presupuesto de la Policía, se prohibió el uso de llaves de estrangulamiento, se implementaron programas de educación sobre discriminación, se reescribieron las instrucciones de actuación durante la confrontación con sospechosos y se fomentó el uso de cámaras corporales, recordó el mismo diario.

Aunque Black Lives Matter puso el foco en las injusticias contra la comunidad negra, el retorno a la Casa Blanca de Trump parece haber socavado los esfuerzos del movimiento por visibilizar el problema. Su Departamento de Justicia ha rechazado las demandas contra varios departamentos de policía, que se iniciaron bajo la presidencia de Joe Biden, y ha dejado de lado otros acuerdos destinados a garantizar la rendición de cuentas y la reforma.

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