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El interés del país primó sobre los personales, gracias a la flexibilidad que caracterizó el diálogo con los expresidentes Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, convocado por el presidente Luis Abinader para discutir la inmigración y las consecuencias de la crisis haitiana.
Después de aceptar su participación en el encuentro, que Abinader organizó para el miércoles 14 en el Palacio Nacional, Fernández había propuesto el Consejo Económico y Social (CES) como el mejor lugar.
Hipólito no tenía inconvenientes en asistir a la reunión, incluso si se celebraba bajo un cocotero. Resulta obvio que Abinader no podía, por su posición, acceder a las condiciones propuestas por Fernández y Medina, pero eso no impidió la celebración del encuentro.
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Al final, todos convinieron en que la sede del Ministerio de Defensa era un lugar adecuado para tratar el impacto de la problemática haitiana.
La cumbre sentaría un precedente prometedor, que además destaca la madurez de la clase política y que debería servir de base para unificar criterios ante crisis nacionales.
Con el diálogo, aunque se extienda a otros sectores, el mayor beneficiado es el país, no una persona en particular. El mensaje de los políticos era necesario.
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