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Córdoba/Es oficial. El icónico bar Lucas de Córdoba, muy famoso por sus famosos perritos calientes, ha bajado la persiana después de más de seis décadas de actividad, aunque en sus primeros años fue una pequeña tienda de ultramarinos. Su dueño, Rafael Gómez, tomó esta difícil decisión después de haber estado tras la barra y sirviendo sus míticos perritos caliente de forma continua durante 55 años. La de este viernes fue la última jornada en la que sirvió estos bocadillos, aunque ya no a sus muchísimos clientes, sino a sus familiares en una despedida íntima.
“Hoy cerramos por nuestra parte. Ya estoy jubilado”, ha indicado Rafael Gómez a El Día de Córdoba dentro del local de la calle Valladares, que ya está cerrado al público. Hace un par de meses, el local echó la persiana por un problema de salud de Rafael, que tenía la intención de volver a abrir las puertas al mejorar. Sin embargo, tras “haber pasado una mala racha, cerramos”, ha agregado.
Con la emoción a flor de piel y recibiendo muchísimas felicitaciones de los numerosos clientes que conserva -también a través de las redes sociales-, el responsable del bar Lucas se muestra optimista de que “se vuelva a iniciar la actividad, casi igual que la nuestra”. De momento, no da pistas de quién puede tomar las riendas del local por el que han pasado “cuatro generaciones de cordobeses”. “Han sido muchos años y por aquí ha pasado mucha gente”, ha subrayado.
“Tengo mucha fe en que vuelva a abrir y hay varias posibilidades, pero yo estoy regular”, ha insistido. Y es que su deseo es que el bar Lucas se mantenga abierto, además de por su historia, “por la calidad y por los sabores de los perritos”.
Fue cuando apenas tenía 13 años cuando Rafael Gómez sirvió su primer perrito en el Lucas y este viernes, tras cinco décadas y media detrás de la barra servirá el último, pero en esta ocasión, de forma íntima a su familia -su mujer y su hijo-, quienes le han mostrado su total apoyo en estos días de despedida. “Ellos han visto que estaba mal y se han dado cuenta de que no podía seguir”, ha agregado, al mismo tiempo que ha recordado que la profesión que ha ejercido durante toda su vida es “muy sacrificada porque cuando los demás se divierten, tienes que estar sirviendo y trabajar los fines de semana y festivos”. “Estoy recibiendo mucho cariño desde el primer día y felicitaciones por todas partes; me han pedido que no me vaya”, ha reconocido.
A partir de este próximo sábado, Córdoba se queda sin otro local de gastronomía típico, mientras que Rafael se dedicará a “descansar y vivir, lo que no he hecho antes”, ha finalizado.
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