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Nueva York. – En una determinación que ha suscitado inquietud en el mundo académico internacional, el secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, dispuso la detención inmediata de nuevas citas para visas de estudiantes extranjeros y visitantes de intercambio, como parte de un plan de revisión más riguroso de perfiles en redes sociales.
La medida, confirmada mediante una directiva citada por Bloomberg, estipula que, mientras se prepara una expansión del escrutinio digital de los solicitantes, las embajadas y consulados de EE.UU. deben suspender la programación de nuevas entrevistas para visas F (estudiantes) y J (intercambio cultural).
“Las secciones consulares no deben añadir más citas hasta nuevo aviso”, señala el comunicado oficial.
Contexto tenso: protestas y medidas restrictivas en universidades
Esta orden llega en medio de una creciente tensión política y social en los campus universitarios de Estados Unidos, donde protestas propalestinas han generado una respuesta enérgica por parte de la administración del presidente Donald Trump.
Días antes del anuncio, el gobierno intentó impedir la inscripción de estudiantes extranjeros en la Universidad de Harvard, acusándola de permitir actividades “proterroristas” y supuestos discursos de odio encubiertos como antisemitismo.
Aunque un tribunal federal bloqueó temporalmente esa orden, el mensaje político fue claro: se está fortaleciendo el control migratorio con un enfoque especial en el ámbito académico.
Washington exige revisar redes sociales de solicitantes de visa
Según informó The New York Times, a mediados de abril la Casa Blanca instruyó a los funcionarios consulares a examinar las cuentas de redes sociales de ciertos solicitantes de visa, con el propósito de identificar afiliaciones ideológicas consideradas peligrosas por el gobierno actual.
Este nuevo requisito, aún en fase preliminar, se alinea con la campaña de seguridad nacional que relaciona ciertos discursos estudiantiles con amenazas internas.
La suspensión de las visas estudiantiles podría afectar a decenas de miles de jóvenes que buscan continuar su formación en Estados Unidos, así como a los programas de intercambio cultural que dependen del flujo internacional.
Las universidades, por su parte, temen que esta política perjudique su reputación global y limite el diálogo académico y cultural que tradicionalmente ha sido uno de los pilares del sistema educativo estadounidense.
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