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Emilio Núñez Portuondo: el cubano que dirigió el Consejo de Seguridad de la ONU

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También sirvió como embajador de Cuba en Panamá, Perú, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica y en varias misiones diplomáticas en América Latina y Europa.

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MIAMI, Estados Unidos. — Emilio Núñez Portuondo fue, en palabras del académico Daniel Pedreira, “una eminencia cubana en la política y la diplomacia”, aunque su nombre permanece prácticamente en el olvido para las generaciones más jóvenes.

Nacido el 13 de septiembre de 1898 en Filadelfia, Estados Unidos, en el seno de una familia cubana exiliada durante la lucha independentista, Núñez Portuondo heredó una profunda vocación de servicio público y compromiso con la libertad que marcarían su trayectoria como estadista y diplomático.

Su padre, el general Emilio Núñez Rodríguez, fue un veterano de las tres guerras de independencia de Cuba contra España y uno de los colaboradores más cercanos de José Martí. Ese linaje mambí marcó la vida de Emilio hijo, quien se graduó como abogado en la Universidad de La Habana en 1919 y pronto inició una carrera política que lo llevaría a ocupar cargos de gran relevancia en la República Cubana.

A lo largo de su vida pública, Núñez Portuondo fue representante a la Cámara por Las Villas, senador, ministro de Trabajo, primer ministro en 1958 y secretario de la Presidencia. También sirvió como embajador de Cuba en Panamá, Perú, Países Bajos, Luxemburgo, Bélgica y en varias misiones diplomáticas en América Latina y Europa. Fue además delegado a la Convención Constituyente de 1940 y embajador permanente ante las Naciones Unidas, donde llegó a presidir el Consejo de Seguridad en 1956 y 1957.

Desde su puesto en la ONU, Núñez Portuondo mostró una postura firme contra el avance del comunismo y defendió con tenacidad la legalidad internacional. Denunció la ocupación soviética de Hungría en 1956 y alzó su voz a favor del pueblo húngaro reprimido por el régimen de Moscú. También intervino en defensa del cardenal József Mindszenty, símbolo de la resistencia anticomunista húngara, facilitando ayuda a perseguidos políticos que fueron acogidos en Cuba y Estados Unidos. “Él, naturalmente, siendo cubano y siendo un demócrata de naturaleza, alzó su voz en Naciones Unidas”, recordó Pedreira en declaraciones a CubaNet.

Uno de los momentos más destacados de su carrera fue su oposición frontal a la resolución de la ONU que excluyó a la República de China (Taiwán). Para Núñez Portuondo, la decisión fue “ilegal porque no mencionaba a la República de China en la resolución” y porque esta “era un gobierno legalmente constituido” y miembro fundador de las Naciones Unidas. “Tan inteligente y tan conocedor era Núñez Portuondo que ya siendo un hombre mayor, Chiang Kai-shek lo llevó a Taiwán a ser asesor y a participar en la fundación de la Liga Mundial Anticomunista”, afirmó Pedreira.

Desde el exilio, Emilio Núñez Portuondo continuó su labor política. Fundó y dirigió en Washington D.C. la revista Eventos Latino-Americanos y representó a Cuba Libre en conferencias internacionales, incluyendo la Liga Mundial Anticomunista en Taiwán en 1967. También fue magistrado del tribunal que juzgó la conspiración comunista internacional en el llamado “Juicio Internacional contra el Comunismo”.

En un testimonio publicado en la revista Guaracabuya, su hijo, el Dr. Ricardo Núñez-Portuondo, resumió su legado: “Fue sin lugar a dudas la voz más autorizada a nivel mundial del anticomunismo progresista”.

Durante su vida, Emilio Núñez Portuondo fue condecorado por más de una veintena de países, incluyendo Francia, Alemania, España, China (Taiwán), Grecia, Portugal, Países Bajos, Panamá, Colombia, Brasil, Ecuador, Tailandia y Cuba, donde recibió la distinción Carlos Manuel de Céspedes, entre muchas otras.

Paralelamente a su carrera diplomática y política, escribió varios libros en inglés y español, entre ellos Una campaña democrática, Antonio José de Sucre: Gran Mariscal de Ayacucho, Martí: espíritu cordial, Contra el derecho de veto en las Naciones Unidas, Incidentes en Líbano y Jordania y Admisión de nuevos miembros a las Naciones Unidas.

Falleció el 19 de agosto de 1978 en la ciudad de Panamá. Para entonces, había dedicado más de cinco décadas a la defensa de la democracia, los derechos humanos y la soberanía de Cuba.

A pesar de su extenso currículum y su papel central en momentos clave de la historia cubana e internacional, Emilio Núñez Portuondo permanece casi ausente del imaginario nacional. “Da pena que no se conozca esa figura y esa labor porque yo creo que hoy en día los cubanos como ejemplo tienen desafortunadamente lo que les ponen adelante: a Fidel, a Raúl, al Che, etcétera, y olvidan a tantos y tantos cubanos que representaron para esa Cuba republicana lo mejor de ellos mismos”, lamentó Pedreira.

El olvido contrasta con su legado. Desde los pasillos del Capitolio cubano hasta la Asamblea General de la ONU, Núñez Portuondo fue testigo y protagonista de algunos de los episodios más complejos del siglo XX. Su vida fue un testimonio de servicio, de fidelidad a los principios democráticos y de resistencia frente al totalitarismo. “Uno de esos estadistas con que contó la República de Cuba que lograron levantarla a niveles increíbles en muy poco tiempo”, concluyó Pedreira.

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