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Washington D.C. – El gobierno estadounidense acusó a China de valerse de las universidades del país para obtener información vital que impulse sus capacidades militares y de inteligencia. En respuesta, la administración del ex presidente Donald Trump reiteró su decisión de revocar visados a estudiantes chinos, especialmente a aquellos con supuestos lazos con el Partido Comunista Chino (PCCh).
Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado, declaró que la Casa Blanca no tolerará la “explotación” de sus instituciones educativas, ni el robo de investigaciones y propiedad intelectual por parte de China. Siguiendo esa línea, anunció una ofensiva contundente contra estudiantes extranjeros considerados una amenaza para la seguridad nacional, sin precisar la cantidad exacta de visados a cancelar.
“Estados Unidos se toma muy en serio sus visados. Cada concesión es un tema de seguridad nacional”, recalcó Bruce. Señaló que ya se ha puesto en marcha un proceso de revisión y que las revocaciones comenzarán “más pronto que tarde”.
El secretario de Estado, Marco Rubio, también respaldó la medida, afirmando que Estados Unidos “no tolerará” el uso de sus universidades con fines de espionaje, fortalecimiento militar o represión política. “Las nuevas políticas de visados anteponen a Estados Unidos, no a China”, añadió.
China reaccionó con severidad, calificando la decisión como una “acción políticamente motivada y discriminatoria”, que “menoscaba los derechos legítimos de los estudiantes” y “obstaculiza los intercambios culturales y académicos”. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning, advirtió que esta política daña la imagen internacional de EE. UU.
Paralelamente, instituciones académicas como la Universidad de Harvard también se han visto afectadas por las restricciones. Según informes, el Departamento de Estado habría bloqueado temporalmente nuevas inscripciones de estudiantes internacionales, y pedido una disminución del alumnado extranjero, además de recortar parte de sus subsidios federales.
La tensión entre ambas potencias se intensifica, y las universidades se han convertido en un nuevo frente diplomático entre Washington y Pekín.
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