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La campeona olímpica de boxeo, Imane Khelif, deberá realizarse pruebas genéticas para determinar su sexo y así poder competir en los próximos eventos, según la nueva organización rectora del deporte.
El Boxeo Mundial anunció el viernes la obligatoriedad de pruebas de sexo para todos los atletas. El organismo rector nombró específicamente a Khelif al dar a conocer esta política, indicando que la argelina, ganadora de la medalla de oro, deberá someterse a las pruebas antes de ser autorizada a pelear en cualquier evento futuro, incluyendo la Copa de Boxeo de Eindhoven el próximo mes en los Países Bajos.
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“La implementación de las pruebas obligatorias formará parte de una nueva política sobre ‘Sexo, Edad y Peso’ para asegurar la seguridad de todos los participantes y ofrecer igualdad de condiciones competitivas para hombres y mujeres”, comunicó el Boxeo Mundial en un comunicado. Las federaciones nacionales de los boxeadores serán responsables de administrar las pruebas y entregar los resultados al Boxeo Mundial.
Khelif ganó una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de París el verano pasado, en medio del escrutinio internacional sobre ella y la taiwanesa Lin Yu-ting, otra medallista de oro. El anterior organismo rector del boxeo olímpico, la Asociación Internacional de Boxeo, dominada por Rusia, descalificó a ambas boxeadoras de su campeonato mundial de 2023 después de afirmar que no habían superado una prueba de elegibilidad no especificada.
El COI organizó los dos últimos torneos olímpicos de boxeo tras la desaparición de la IBA por décadas de irregularidades y controversias, y aplicó las normas de elegibilidad por sexo utilizadas en Juegos Olímpicos anteriores. Khelif y Lin eran aptas para competir bajo esas normas.
Khelif tiene la intención de volver a la competición internacional el próximo mes en Eindhoven como parte de su plan para defender su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, pero algunos boxeadores y sus federaciones ya se habían pronunciado en contra de su inclusión.
Las pruebas cromosómicas fueron habituales en los deportes olímpicos durante el siglo XX, pero se dejaron de usar en gran medida en la década de 1990 debido a numerosas ambigüedades que no se podían resolver fácilmente con las pruebas, conocidas como diferencias en el desarrollo sexual (DSD). Muchos deportes adoptaron las pruebas hormonales para determinar la elegibilidad según el sexo, pero estas pruebas obligan a los organismos reguladores a tomar decisiones difíciles sobre la elegibilidad de las mujeres con niveles naturalmente altos de testosterona.
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