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Madrid, 27 may (EFE).- La inteligencia artificial (IA), con su capacidad de generar contenidos de ocio totalmente personalizados y casi inagotables, está desatando los patrones más adictivos y engañosos de internet, según los expertos, que señalan a los menores y adolescentes como los más vulnerables ante una tecnología diseñada para maximizar el tiempo que una persona dedica a la pantalla.
Esta tecnología permite adaptar prácticamente en tiempo real el contenido ofrecido por las plataformas o servicios de internet (redes sociales, vídeos o videojuegos) a los gustos de cada usuario, lo que implica un riesgo directo, pero también numerosos riesgos indirectos, ya que puede desplazar otras tareas o hábitos imprescindibles, como el descanso, el estudio, las relaciones sociales, las actividades al aire libre u otras formas de ocio.
Los patrones adictivos son aquellos comportamientos repetitivos que una persona adopta de manera compulsiva y que le resultan difíciles de controlar, y además de con sustancias (como el alcohol, el tabaco o las drogas) pueden manifestarse con ciertas conductas o hábitos, como el juego, la comida o el uso de las pantallas e internet, y en este caso los sistemas de inteligencia artificial están multiplicando las pautas más perjudiciales.
Para alargar el tiempo que los usuarios pasan en algunas plataformas digitales, estas emplean técnicas que inducen al ‘scroll infinito’ o a la reproducción automática para que una persona se mantenga enganchada sin darse cuenta del tiempo que está empleando, para crear una falsa sensación de urgencia mediante alertas constantes o para infundir temor a perderse algo importante cuando la persona está desconectada.
Sergio Rodríguez, consultor de la Agencia Ejecutiva Europea de Investigación (REA), no duda de cómo la IA ha incrementado esos riesgos asociados a los patrones más adictivos de internet ni de que las pantallas están sustituyendo al ágora como espacio de socialización, y alerta de que la población que más las utiliza -los jóvenes- es también la que menos recursos emocionales posee.
En los últimos meses se han sucedido los trabajos de investigación que alertan del potencial adictivo de la inteligencia artificial por su capacidad de generar contenidos completamente personalizados y de forma ilimitada; que advierten de los riesgos para la salud mental, especialmente de los menores, y de los peligros que se esconden en los entornos digitales y que se pueden agravar debido a la irrupción de esta tecnología disruptiva.
La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) publicó un informe sobre los patrones adictivos y sus implicaciones en la protección de los datos personales y concluyó que con la llegada de patrones de diseño cada vez más sofisticados, algunas empresas han introducido en el mercado características que no solo son atractivas, sino también “engañosas y adictivas” y que en muchos casos recopilan además muchos datos personales.
Esos patrones provocan, por ejemplo, cambios de conducta en muchas personas que pueden considerarse como síntomas de una adicción -como desbloquear de forma inconsciente un teléfono móvil cada pocos minutos-, ha señalado la AEPD en su informe, en el que se indica que la naturaleza “omnipresente” de esos patrones de diseño adictivos puede tener consecuencias de largo alcance y que la exposición prolongada a ellos puede tener efectos perjudiciales para la salud (como alteraciones del sueño o mayores niveles de estrés o ansiedad).
Entre las medidas para protegerse de esos patrones y para favorecer la ‘desintoxicación digital’, este organismo plantea una combinación de concienciación personal y autodisciplina, así como estrategias prácticas, como deshabilitar las notificaciones para no acudir de forma constante a las pantallas, desactivar las reproducciones automáticas, establecer límites de tiempo o revisar la configuración de todas las aplicaciones.
Sergio Rodríguez, consultor de la REA y profesor en la Universitat Abat Oliba CEU de Barcelona (España), también ve posibilidades de poner coto a esos patrones, tanto desde la formación como desde la regulación, y ha destacado en ese sentido la importancia de que las familias y la escuela eduquen a los niños y jóvenes en el buen uso de la inteligencia artificial, de que ese uso sea “progresivo, crítico y creativo”, y de evitar la larga exposición a los dispositivos.
A su juicio, la UE ha puesto el acento en algo fundamental, la regulación, “pero apenas hemos dedicado recursos a la formación” a través de la escuela, y los usuarios desconocen cómo evitar el mal uso, cómo darse cuenta de que les están utilizando, cómo ser conscientes de que pierden su autonomía, y de cómo un uso crítico y creativo puede ayudarles en su maduración personal y profesional.
(c) Agencia EFE
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