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MADRID, 16 May. (EUROPA PRESS) –
Los primeros asiáticos protagonizaron, hace más de 100.000 años, la migración prehistórica más extensa de la humanidad, cubriendo 20.000 kilómetros desde el norte de Asia hasta el extremo sur de Sudamérica.
Este trayecto habría demandado varias generaciones de humanos, con una duración de miles de años. En el pasado, las masas terrestres también eran distintas, con hielo uniendo ciertas zonas, lo que hizo factible la ruta, según se desprende de un estudio genómico internacional dirigido por científicos de la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur (NTU Singapur), del Centro de Ingeniería de Ciencias de la Vida Ambiental de Singapur (SCELSE) y de la Escuela Asiática del Medio Ambiente (ASE).
La investigación, publicada en Science, involucró al consorcio GenomeAsia100K, que analiza datos de secuencias de ADN de 1.537 individuos que representan a 139 grupos étnicos diversos. El estudio contó con la participación de 48 autores de 22 instituciones de Asia, Europa y América.
Los investigadores rastrearon un antiguo viaje migratorio que comenzó en África, continuó por el norte de Asia y finalizó en Tierra del Fuego, en la actual Argentina, considerada la última frontera de la migración humana en la Tierra.
Al comparar patrones de ascendencia compartida y variaciones genéticas que se acumulan con el tiempo, el equipo pudo rastrear cómo los grupos se dividieron, se desplazaron y se adaptaron a nuevos entornos.
Estos patrones permitieron al equipo reconstruir antiguas rutas migratorias y estimar cuándo divergieron las diferentes poblaciones.
Las rutas reconstruidas brindaron una imagen detallada de cómo los primeros humanos llegaron a los confines de América, y los hallazgos sugirieron que este grupo pionero superó desafíos ambientales extremos para completar su viaje a lo largo de milenios.
Un descubrimiento clave fue que estos primeros migrantes llegaron al extremo noroeste de Sudamérica, donde la actual Panamá se encuentra con Colombia, hace aproximadamente 14.000 años.
Desde este punto crítico de entrada, la población se dividió en cuatro grupos principales: uno permaneció en la cuenca amazónica, mientras que los demás se desplazaron hacia el este, a la región del Chaco Seco, y hacia el sur, a los campos de hielo de la Patagonia, navegando por los valles de la Cordillera de los Andes, la cordillera más alta fuera de Asia.
Al analizar los perfiles genéticos de las poblaciones indígenas de Eurasia y Sudamérica, investigadores del proyecto GenomeAsia100K han cartografiado por primera vez la inesperadamente amplia diversidad genética de Asia.
Comprendiendo la migración y la resiliencia genética El estudio también arroja luz sobre las consecuencias evolutivas de una migración tan extensa.
El profesor asociado Kim Hie Lim, de la Escuela Asiática de Medio Ambiente de la NTU, autor correspondiente del estudio, explicó que el arduo viaje durante miles de años había reducido la diversidad genética de la población migrante.
“Esos migrantes portaron solo un subconjunto del acervo genético de sus poblaciones ancestrales a lo largo de su largo viaje. Por consiguiente, la menor diversidad genética también provocó una menor diversidad en los genes relacionados con el sistema inmunitario, lo que puede limitar la flexibilidad de una población para combatir diversas enfermedades infecciosas”, explicó en un comunicado el profesor asociado Kim, investigador principal de SCELSE y subdirector de GenomeAsia100K.
“Esto podría explicar por qué algunas comunidades indígenas fueron más susceptibles a enfermedades introducidas por inmigrantes posteriores, como los colonos europeos. Comprender cómo las dinámicas pasadas han moldeado la estructura genética de la población actual puede brindar un conocimiento más profundo de la resiliencia genética humana”.
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