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Mi estación de metro

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Se encuentra a tres calles de mi hogar, así que camino, con la única prisa que impone el potente sol de esta mañana.

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Se encuentra a tres calles de mi hogar, así que camino, con la única prisa que impone el potente sol de esta mañana. Tras pasar frente al Hospital Central de las Fuerzas Armadas, cruzo la Ortega y Gasset y, en cuanto me encuentro en la calzada del Centro Olímpico, mientras camino hacia la Jhon F. Kennedy, la veo en la esquina, es la parada del Metro Juan Ulises García Saleta.

De inmediato pienso: ¿Quién diablos es Juan Ulises García Saleta? y desde que empiezo el descenso por una de las escaleras eléctricas dentro de la estación, veo un cartel tipo póster con una foto de un señor canoso, con el nombre Juan Ulises García Saleta abajo, en el que brevemente explica que se trata del ideólogo de la construcción del Centro Olímpico Juan Pablo Duarte.

Toda la estación estaba bien iluminada y con ese aspecto que tiene todo lo público y muy usado. No hace falta decir que yo a penas conocía la estación, pues precisamente fue lo que me trajo al metro. Una sola vez había bajado antes con mi buen amigo Rubén Lamarche, que sabe moverse en este medio de transporte y se tomó el tiempo y la molestia hace unos cuantos meses o un par de años, de tratar de enseñarme. El asunto es que al tener yo hoy tiempo disponible, me propuse actualizar esos conocimientos y ayudar así un poco a mi memoria.

No pude evitar pensar en que el Metro lo usa más la clase más necesitada, pues quien tiene medio de transporte propio, no necesita transporte público. Pero bueno, mientras me desplacé fue rápido y seguro. También pensé que debiera haber más comodidad en todas las estaciones, pero a la vez me dije “bueno, está bien, los que estamos esperando metro si nos acomodan mucho ponemos menos atención y vamos a estar claros, es un mundo muy veloz.

Es común que quien no me conoce crea que soy extranjero por mis ojos verdes y mi pelo castaño, tirando a rubio, pero esta vez fui más “gringo” que nunca porque pregunté mucho dónde estaba o hacia dónde iba, al no conocer las estaciones y con temor a perderme, pero fue una vuelta redonda de 5 o 6 estaciones en una dirección y luego lo mismo de regreso.

Ahora bien, en el momento en que me bajaba del Metro, de vuelta en la estación Juan Ulises García Saleta, miré al señor que me había estado orientando y sin yo decirle nada él me dijo: -Así mismo, en esta es que usted se baja, coja esa escalera y por ahí mismo sale a su calle. Cuando ya yo salía con el montón de personas que igual a mí se quedaban en esa parada, el señor voceó señalando con un dedo a todos en el interior del vagón: -El morenaje sigue.

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