Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Santo Domingo. “A veces prefiero quedarme en casa antes que enfrentarme a la burla cuando me llega la menstruación; siento que todos se dan cuenta”, confiesa Yuleisy Pérez, una adolescente que, como muchas otras, afronta los desafíos y estigmas de la menstruación.
A pesar de los progresos en materia de equidad y salud, la menstruación sigue siendo un tema envuelto en mitos y prejuicios en la sociedad dominicana.
Según datos de la Encuesta ENHOGAR-MICS 2019, realizada por la Oficina Nacional de Estadística (ONE) y UNICEF, una de cada cinco mujeres (21.9 %) en edad reproductiva se ausenta de actividades escolares, sociales o laborales durante su período menstrual.
Esto representa no solo un desafío silencioso que afecta la salud y la educación, sino también un claro indicador de exclusión y desigualdad.
Algunas de las creencias más comunes que persisten incluyen la idea de que las mujeres menstruantes no deben cocinar, que no deben bañarse o que la menstruación es una enfermedad contagiosa.
Estos mitos, que a menudo se transmiten de generación en generación, limitan la participación social de las mujeres y las exponen a entornos hostiles y a la vergüenza.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) subraya que estos estigmas no solo afectan la salud física y emocional de niñas y adolescentes, sino que además limitan su derecho a vivir en condiciones dignas y seguras.
Carlos Carrera, representante de UNICEF en República Dominicana, enfatizó que garantizar el acceso a productos y servicios menstruales “no solo es una cuestión de salud, sino también de derechos humanos y equidad de género”.
La falta de conocimientos básicos sobre el ciclo menstrual y las creencias dañinas refuerzan un ambiente de silencio y exclusión. De hecho, un reciente diagnóstico de UNICEF sobre gestión menstrual en comunidades vulnerables destaca cómo niñas y mujeres esconden las toallas sanitarias entre la ropa, faltan a clases o evitan actividades sociales por miedo a la burla o al estigma.
En medio de esta realidad, el Ministerio de Educación (MINERD) anunció un cambio en el color de los uniformes escolares para el próximo año escolar, buscando brindar mayor comodidad y protección a las adolescentes durante su período menstrual.
Además, la Cámara de Diputados aprobó este mes un proyecto de resolución que sugiere entregar kits menstruales gratuitos en las escuelas públicas.
Sin embargo, a pesar de estas iniciativas, UNICEF advierte que el país aún carece de una estrategia nacional que garantice el acceso gratuito o subsidiado a productos menstruales y la adecuada educación sobre salud menstrual.
La ausencia de políticas públicas sostenidas deja a niñas y adolescentes en una situación de vulnerabilidad constante.
Los mitos que rodean la menstruación no solo tienen un costo emocional y social. También pueden generar problemas de salud.
Algunas adolescentes recurren a métodos inadecuados, como usar trapos viejos o papel higiénico, por no tener acceso a toallas sanitarias. Esto incrementa el riesgo de infecciones y afecta su bienestar físico y emocional.
Para muchas como Yuleisy, el sueño es simple: poder asistir a la escuela sin miedo ni vergüenza, hablar de la menstruación con naturalidad y contar con baños dignos y privados. Soñar con un aula donde la menstruación no sea una barrera, sino simplemente parte de la vida.
Abordar estos mitos y derribar los estigmas es una deuda pendiente que no solo concierne a la salud pública, sino también a los derechos humanos y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, especialmente los vinculados a la salud, la educación y la igualdad de género.
Hablar de menstruación, educar y garantizar productos menstruales gratuitos o accesibles son pasos cruciales para que las niñas y adolescentes en República Dominicana puedan desarrollarse plenamente, sin miedo ni discriminación. Como recordó una joven entrevistada: “Esto es algo normal. No debería dar vergüenza”.
Agregar Comentario