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El gobierno de Donald Trump tiene en la mira a varias instituciones educativas estadounidenses, por considerar que Harvard no ha hecho lo suficiente para evitar manifestaciones de activistas pro-palestinos y de “fomentar la violencia, el antisemitismo y la coordinación con el Partido Comunista Chino en su campus”. En el caso de Columbia, se señala la violación de la Ley Federal de Derechos Civiles al mostrar “una deliberada indiferencia ante el entorno hostil que enfrentan sus estudiantes judíos”. Por su parte, Harvard ha declarado previamente que ha tomado diversas medidas para abordar el antisemitismo, y que las exigencias del gobierno son un intento por regular las “condiciones intelectuales” de la universidad. Algunos analistas sugieren que, con estas acusaciones y decisiones, Trump ataca a la élite intelectual de su país, pero ¿por qué lo hace?
Gabriel Cifuentes, analista político y miembro de la Asociación de Estudiantes Colombianos en Harvard (HCSS), explica las razones en una entrevista con RFI: “Las élites académicas siempre han sido vistas como pensadores libres. En la academia existe una sensación de mayor liberalidad en comparación con muchos gobiernos. Hay profesores que son críticos. Los estudiantes han manifestado a favor de Palestina y en contra de Trump. Esto podría ser un factor incómodo, especialmente para universidades con prestigio, influencia y canales internacionales de acceso. Una cosa es que Harvard critique la política de Trump por inconstitucional o en contra de la libertad de expresión, y otra es que lo haga un think tank desconocido. Creo que se intenta neutralizar un foco de oposición intelectual importante ante medidas no solo con las universidades, sino en general”.
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Desde el inicio de su posible segundo mandato, Trump ha puesto en la mira a científicos y centros educativos. Miembros de las academias estadounidenses denuncian pérdida de subvenciones y despidos por motivos ideológicos, específicamente en las universidades, como Columbia y Harvard, consideradas focos de antisemitismo e ideas progresistas. Ambas intentan recuperar los fondos públicos cancelados recientemente. En el caso de Harvard, la Administración busca prohibir la matriculación de estudiantes extranjeros tras rechazar la supervisión en admisiones y contrataciones. Para esta institución, estas medidas son un esfuerzo por regular las “condiciones intelectuales” de la universidad.
Gabriel Cifuentes subraya en nuestra emisora: “Creo que él anticipa resistencia de los centros académicos y universidades a su gobierno y políticas. Esto se mezcla con una lógica nacionalista donde ‘Estados Unidos primero’. Los intereses estadounidenses están primero y cualquier crítica a políticas migratorias, sanciones económicas o la postura ante las guerras en Ucrania o Gaza, puede generar incomodidad para la administración Trump. Sin duda”.
Aunque un juez federal bloqueó temporalmente la decisión de Trump de impedir que Harvard inscriba estudiantes extranjeros, el gobierno espera que esta posibilidad obligue a Harvard a entregar los datos solicitados: grabaciones de video o audio para identificar a quienes participaron en protestas en la universidad de Cambridge. Harvard se niega y defiende su independencia. Sobre las implicaciones de esta medida de Trump, el analista Juan Falkonerth, en RFI: “Las medidas más significativas se han dado con Harvard, pero el Presidente podría estar utilizándolas como ejemplo para que otras instituciones educativas comprendan las posibles consecuencias si no colaboran. Se ha discutido que los centros educativos promueven movimientos comunistas o apoyan causas internacionales como la palestina, generando críticas al presidente estadounidense”.
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