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WASHINGTON- El lanzamiento se retransmitió por vídeo en directo, con una cuenta atrás que se detuvo varios minutos hasta que a las 19.37 hora local (23:30 GMT) la nave despegó desde Starbase, la base, ciudad de reciente nombre, cerca de Brownsville, en la frontera con México.
El cohete, con una altura de 121 metros, estaba formado por dos partes: el propulsor Super Heavy, con 33 motores Raptor y que por primera vez se reutilizaba tras una prueba anterior, y una nave espacial de segunda fase, esta última conocida como Starship.
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El despegue fue exitoso, considerando que las dos últimas pruebas acabaron en explosión pocos minutos después, pero cerca de las 20.32, la compañía perdió contacto con una nave que ya giraba y parecía no tener capacidad de orientación en mal estado.
El responsable de comunicación de SpaceX, Dan Huot, uno de los presentadores del acontecimiento presentado como una película, atribuyó a “fugas” de combustible la “pérdida del control de altitud”, necesario para orientarse en su reentrada en la atmósfera terrestre.
Aparte de eso, el cohete no pudo abrir una compuerta por la que se iban a desplegar en órbita por primera vez varios satélites simulados de Starlink, uno de los objetivos de la misión, además de supervisar los escudos que protegen a la nave de las altas temperaturas.
“Starship logró llegar a la separación programada del motor de la nave, así que es una gran mejora respecto al último vuelo”, resumió Musk en X, y reconoció que la fuga de fuel provocó una pérdida de presión en el tanque que desembocó en su fracaso.
“Como si el vuelo no fuera lo suficientemente excitante, el Starship ha experimentado un rápido desmontaje imprevisto”, indicó la compañía en la red social X, a lo que añadió que el éxito es fruto del aprendizaje y que la prueba ayudará a “mejorar la fiabilidad” del cohete.
Aún así, el magnate, que planea enfocarse más en sus negocios tras su polémica participación en el Gobierno de Donald Trump como líder de eficiencia, se mostró optimista y adelantó que los próximos tres vuelos estarán menos espaciados, “uno cada 3 o 4 semanas”.
Musk ha vendido la idea de que, con el Starship, la humanidad podrá “colonizar” Marte, un planeta en el que solo han aterrizado 18 misiones espaciales, todas ellas no tripuladas.
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En una entrevista con el medio Ars Technica antes del lanzamiento, Musk se mostró confiado en haber resuelto los problemas de los últimos dos vuelos de prueba y sostuvo que lo “más importante son los datos para mejorar el diseño de las placas” en las siguientes naves.
La Administración Federal de Aviación (FAA) dijo después tener conocimiento de una “anomalía” en la misión, aseguró que estaba colaborando con SpaceX y descartó que hubiera daños materiales o personales a causa del fallo y la desintegración del cohete.
La FAA dio luz verde la semana pasada para que SpaceX aumente su número de vuelos de prueba hasta 25 por año, pese a las críticas de grupos ecologistas.
STARBASE OBTIENE EL ESTATUS DE FORMA OFICIAL DE CIUDAD
El área donde está la base de SpaceX, la empresa aeroespacial de Elon Musk, se ha convertido oficialmente en una ciudad llamada ‘Starbase’, pese a la oposición de grupos ecologistas.
Los oficiales del condado de Cameron (Texas), en la frontera sur de EE.UU., certificaron el martes los resultados de unas elecciones locales a principios de mayo donde ganó el sí a favor de crear la nueva ciudad.
“Con un gobierno local, estamos emocionados de crear la mejor ciudad para nuestra comunidad”, escribió Starbase en su cuenta de la plataforma X, también propiedad de Musk, en reacción a la decisión.
En los comicios solo tuvieron la oportunidad de votar los 283 residentes de Boca Chica Village, un área no incorporada del condado de Cameron donde principalmente viven trabajadores de SpaceX. La mayoría de ellos (212) votaron a favor de crear la ciudad de ‘Starbase’.
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En los comicios también se eligió como alcalde al vicepresidente de Lanzamientos de SpaceX, Bobby Peden, y a otros dos empleados de la compañía de Musk como comisionados, según recogieron medios locales.
La creación de esta nueva ciudad le da a la compañía de Musk un mayor control sobre la zona, cerca de una reserva y parque nacional y ubicada a las orillas del Golfo de México, renombrado por el presidente, Donald Trump, como Golfo de América.
El magnate y figura clave en el Gobierno de Trump ha buscado durante años deshacerse de las restricciones ambientales y federales que regulan los lanzamientos de cohetes desde SpaceX.
Con apoyo del Partido Republicano de Texas, el Senado estatal aprobó una ley que permitirá a las autoridades de la nueva ciudad de Starbase cerrar una playa en Boca Chica, una potestad que le corresponde al condado.
Varios grupos ecologistas en la región han expresado su descontento con las actividades de Starbase, asegurando que atentan contra la población indígena de la zona y destruyen “decenas de acres de hábitat natural”, según señaló la Red de Justicia Ambiental del Sur de Texas en un comunicado.
A principios de mayo, la Administración Federal de Aviación (FAA) de EE.UU. dio luz verde a SpaceX para realizar hasta 25 lanzamientos cada año de su cohete Starship.
En total, SpaceX ha efectuado ocho vuelos de prueba del Starship. Durante los dos últimos, en enero y marzo de este año, parte del cohete explotó y los escombros cayeron en diferentes lugares del Caribe.
En enero, antes de la toma de posesión de Trump, la FAA pidió a SpaceX que investigara las causas de la explosión del Starship. El magnate criticó entonces duramente a la agencia, acusándola de sobrepasarse en sus funciones como reguladora.
Ahora, aprovechando la influencia que tiene dentro de la Administración de Trump, Musk se ha encargado de imponer represalias en la FAA, incluyendo una reducción de presupuesto y presiones para que la agencia retire las barreras a sus planes para SpaceX, según detalló una investigación del medio estadounidense ProPublica.
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