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En el marco del NBA Draft Combine, donde los anhelos se evalúan en centímetros, rapidez y visión, un nombre empieza a destacar: Yaxel Lendeborg.
El ala-pívot de 2,06 metros, que recientemente se unió a Michigan mediante el portal de transferencias, está causando una impresión que difícilmente se puede pasar por alto. Su mezcla de fuerza, polivalencia y presencia en los dos costados de la cancha ha generado especulaciones: podría situarse entre los 40 primeros del draft… e incluso entrar en la primera ronda.
Pero mientras las luces del profesionalismo lo atraen con promesas de gloria, Lendeborg afronta una decisión tan importante como difícil. “Sé que dije 60-40 a favor de Michigan, pero todo este proceso me está abriendo los ojos”, admitió hace poco, mostrando el dilema que lo divide entre su compromiso universitario y el salto al siguiente nivel.
Fuentes próximas al jugador señalan que está buscando una “garantía sólida” por parte de alguna franquicia de la NBA para mantenerse en el draft. Si no recibe esa certeza, el regreso al baloncesto universitario, con los colores azul y amarillo de los Wolverines, adquiere cada vez más relevancia.
Para Michigan, su llegada significaría más que un refuerzo de lujo: sería una señal de intenciones. Bajo la dirección de un cuerpo técnico ambicioso y con un plantel renovado gracias al portal, los Wolverines se preparan para una temporada 2025-26 en la que el campeonato ya no parece un sueño distante. Lendeborg está llamado a cubrir el vacío que dejará Danny Wolf, otra figura ascendente del programa que también destaca en el combine, junto al prometedor Vlad Goldin.
La cuenta atrás ha empezado: el 28 de mayo es la fecha límite para que Lendeborg tome una decisión que podría cambiar el rumbo de su trayectoria… y el de toda una institución. Entre el rugido de la NBA y el fervor de Ann Arbor, el futuro de Yaxel depende de una elección tan estratégica como sentimental.
Los focos del baloncesto universitario — y profesional — están sobre él.
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