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Pero a nadie se le escapa que entrar en un toma y daca con Washington puede ser el final del régimen iraní, cuyo líder además ha sido directamente amenazado por Trump.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

EEUU ha bombardeado Irán. Tragamos hondo. EEUU ha bombardeado “tres instalaciones nucleares” de Irán. Donald Trump echa leña al fuego en Oriente Medio para espolear la guerra de Netanyahu, para volver a recordarle al mundo que por encima de masacres y genocidios está la guerra de civilizaciones que la ultraderecha occidental tiene en mente.

Lo que sabemos del ataque de EEUU hasta ahora: han caído 14 bombas sobre instalaciones clave de enriquecimiento de uranio; dice Washington que han sido “totalmente aniquiladas”, aunque no se han detectado efectos radiactivos en la zona e informaciones apuntan a que el material clave fue evacuado antes.

Ahora el dilema de Irán es qué hacer. “Nos toca responder”, dicen. Pero a nadie se le escapa que entrar en un toma y daca con Washington puede ser el final del régimen iraní, cuyo líder además ha sido directamente amenazado por Trump. Israel cruza los dedos para que la crisis sea cada vez más grave y EEUU decida convertir Irán en su nuevo Irak o Afganistán. El domingo por la noche se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU a petición de Irán. El ministro de Exteriores de Irán viaja a Rusia para reunirse con Putin.

Y esto nos lleva a la otra noticia del fin de semana, ya más en clave española: Pedro Sánchez ha conseguido permiso de la OTAN para ignorar la exigencia de EEUU de dedicar un 5% del PIB a gasto militar. Es la nueva excepción ibérica.

Ahora mismo Pedro Sánchez se quedaría a vivir entre cumbres de la OTAN y batallas simbólico-políticas contra Donald Trump. Qué feliz es el mundo cuando uno puede seguir siendo líder progresista contra el nuevo demonio global en vez de estar pendiente de que la Guardia Civil entre en la sede de tu partido para llevarse una copia del correo de Santos Cerdán. Eso fue el viernes, pero la semana no va a empezar mejor para la salud del Gobierno: salvo cambios de última hora, van a pasar por los tribunales Ábalos y Koldo, y el lunes que viene Santos Cerdán. Y parece que lo que una vez fue un trío engrasado ahora es un ‘sálvese quien pueda’.

Todo el mundo habla de ese trío de la trama, Ábalos-Koldo-Cerdán, pero no se habla tanto del cuarto elemento de esta mezcla. Nadie les pide la dimisión porque no pueden dimitir. Casi nadie les insulta en el Congreso o en la prensa. Los políticos cambian, ellas no. Hoy en el podcast, el papel de las grandes constructoras en la corrupción política en España.

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