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A 34 años de la entrega de Pablo Escobar: de su prisión de lujo a su sangrienta huida
Este 19 de junio se cumplen 34 años desde que el narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, líder del Cartel de Medellín, se entregó voluntariamente a las autoridades colombianas, en medio de un acuerdo que le permitió evitar la extradición a Estados Unidos. Su tiempo en prisión duró apenas un año, un mes y dos días, tras lo cual protagonizó una fuga que puso en jaque al Estado colombiano.
La entrega de Escobar, en 1991, se produjo tras semanas de negociaciones con el gobierno del entonces presidente César Gaviria, y fue facilitada por el sacerdote Rafael García Herreros, quien lideró la delegación que lo recogió en el Oriente antioqueño. Aquel mismo día entró en vigencia la nueva Constitución colombiana, que eliminaba la posibilidad de extraditar ciudadanos nacionales.
El lugar escogido para su reclusión fue una prisión construida especialmente para él: “La Catedral”, ubicada en Envigado, en una zona montañosa y de difícil acceso. Aunque oficialmente se trataba de un penal de máxima seguridad, en la práctica era una mansión con todo tipo de lujos.
Allí, Escobar mandó a construir cabañas privadas con jacuzzi, una discoteca, canchas deportivas, una cascada artificial y hasta un salón de billar. Controlaba quién entraba y quién salía, e incluso designó a sus propios custodios. En ese recinto no solo vivía con comodidades impensables para un reo, sino que también continuó dirigiendo actividades criminales.
Lejos de cesar su actividad delictiva, Escobar ordenó asesinatos desde su “prisión”, incluyendo la ejecución de Fernando Galeano y Gerardo Moncada, antiguos socios suyos. De acuerdo con testimonios, entre ellos el del exsicario John Jairo Velásquez Vásquez, alias Popeye, Escobar llegó a ordenar la muerte de al menos 22 personas mientras estaba recluido.
El escándalo por estos crímenes, sumado a presiones internas y externas, llevó al gobierno colombiano a planear su traslado a una cárcel común. Pero el 21 de julio de 1992, un día antes de que se ejecutara el operativo, Escobar escapó junto a nueve de sus hombres más cercanos. Salió del lugar como si abandonara un hotel, por un muro previamente debilitado para facilitar la fuga.
La evasión desató una operación sin precedentes. El gobierno creó el Bloque de Búsqueda, una unidad élite con el apoyo de la DEA y fuerzas especiales estadounidenses. Paralelamente, surgió el grupo paramilitar Los Pepes (“Perseguidos por Pablo Escobar”), compuesto por antiguos enemigos del capo.
Tras 17 meses de persecución, el 2 de diciembre de 1993, Escobar fue localizado y abatido en un tejado del barrio Los Olivos, en Medellín. Con él terminó una era de terror que dejó más de 6,000 víctimas fatales solo entre 1986 y 1991, incluyendo policías, jueces, candidatos presidenciales y civiles inocentes.
“La Catedral” fue abandonada tras la fuga. Años más tarde, en 2007, el predio fue cedido a monjes benedictinos, quienes lo transformaron en un hogar para adultos mayores y centro espiritual. Hoy alberga una capilla, escuelas y espacios de retiro, en un intento por resignificar el sitio que alguna vez fue símbolo de impunidad.
Mientras tanto, Medellín y Colombia luchan por dejar atrás el legado de violencia y glorificación del narco. Monumentos relacionados con Escobar, como el edificio Mónaco, han sido demolidos, y nuevas iniciativas buscan honrar la memoria de las víctimas.
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