Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Aunque admitió que, con el “Tulilazo”, el famoso jonrón de Andy Abad en el séptimo juego de la final 2001-02 entre Tigres del Licey y Águilas Cibaeñas no le dejó pegar ojo por varios días e incluso en entrenamientos de Grandes Ligas aún lo recordaba.”Por la dimensión que tuvo, el momento en que se dio, en un séptimo juego, ya en el octavo episodio”, dijo Alberto Castillo al hablar en Diamante El Podcast, con William Aish, Baudilio Jiménez, Pedro Briceño, Bienvenido Carmona Jr. y Josué Batista.A pesar del estatus de líder que le caracterizó, que generó ser miembro de nueve equipos campeones, se ponía el uniforme sin nunca firmar un contrato a los directivos de esa franquicia.El propio exreceptor, ícono de la enseña mamey, así lo revela, de que cuando llegaban los entrenamientos, el presidente de entonces Winston Llenas (Chilote), le decía “este es el monto que tenemos disponible para ti durante la temporada, ya sabes”.Se producía cada año, pero esto no impedía que se pusiera el uniforme y actuara como receptor en un promedio de más de 50 partidos por temporada, incluyendo Round Robin y finales, como ocurrió entre 1995 al 2008 que forman parte de la época dorada de las Águilas, club que levantó 9 trofeos durante ese período.”Así ocurría en muchos años, Chilote solo me decía hay determinada cantidad de dinero para ti en esta campaña, los números no cerraron bien en la anterior y yo solo buscaba mi equipo de cátcher y a resolver”, expresa Alberto Castillo.Expresa que el monto recibido solo alcanzaba para la manutención estable del hogar. “Ni pensar en intentar adquirir un vehículo de lujo o una casa con lo recibido, eso sí los 15 y 30 de cada mes ese dinero estaba ahí sin fallar”.Para las Águilas Cibaeñas, Alberto fue mucho más que un magnífico cátcher, era todo un líder, quien se comunicaba con las demás estrellas del club para cuando se avanzara hacia el Round Robin se colocaran la camiseta. De esta estrategia, llegaron los 9 cetros en la etapa señalada, la mayor cantidad de cualquier equipo en Lidom en un período de esa índole.Aparte de su brillante defensa, excelente conducción de los pitchers y bateo oportuno, era el enlace entre la directiva y el clubhouse, quien le celebraba cumpleaños a los compañeros, con frecuencia llevaba el cerdo horneado relleno de moro para festejar los avances al Todos contra Todos y las finales y allí mismo discutir las pautas a seguir en lo adelante.Reveló que ya el equipo amarillo lo llamó y para la temporada 2025-26 le van a retirar su número 5.Dijo que le gustaría dirigir en cualquier organización, hasta en las Águilas.”No soy ingeniero, ni arquitecto, soy pelotero, y si me llama cualquier equipo allí estaré, en las Águilas o en cualquier equipo”, sostuvo.Aunque muchos consideran la receptoría como la posición en que Dominicana ha estado más debilitada en Grandes Ligas, Castillo entiende que el país pudiera haber tenido más presencia en Grandes Ligas.Incluso, para Alberto, el país no tiene un receptor ahora mismo para el Clásico Mundial del 2026.Y en ese sentido expresó que los scouts casi no buscan a los jóvenes cátchers dominicanos para firmarlos. “Siempre se fijan en los paracortos, pitchers y jardineros, ellos prefieren buscar receptores boricuas y venezolanos y es falso que nos superan con amplitud en talento”, revela.Pero considera que en el país existe buen material para la receptoría y la situación mejorará en los años por venir. Algunos ejemplos, Yainer Díaz es titular con los Astros, Agustín Ramírez subió con Marlins, Samuel Basallo es un gran prospecto de los Orioles, Oneal Pérez es de los mejores novatos de los Gigantes entre otros.Asimismo, expuso que no se adaptaría como receptor a varios de los constantes cambios que registra el béisbol, como el reloj, la nueva forma de comunicación entre pitcher y cátcher. “El béisbol es un juego de señas y uno tiene sus dedos para comunicarse con su lanzador”, sostiene.
Agregar Comentario