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Las compañías navieras, especialmente las chinas, han comenzado a implementar aumentos considerables en los fletes marítimos.
Este periódico tuvo acceso a comunicaciones en las que dichas navieras informan a sus clientes sobre estos incrementos, los cuales no solo son considerables, sino que también dejan abierta la posibilidad de nuevos ajustes.
En sus comunicaciones advierten que, dada la actual inestabilidad, cualquier cambio en la tarifa que se produzca entre la cotización y el embarque será transferido al cliente en forma de cargos adicionales.
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Un caso ilustrativo es el de un producto que requiere transporte refrigerado, cuyo flete pasó de 5,000 a 8,700 dólares. La naviera comunicó que, si se producen cambios en las tarifas antes de que la mercancía sea colocada en el contenedor y despachada, se aplicarán los nuevos costos en la factura final.
En este ejemplo, el valor del producto es menor al costo del flete. Se trata de una mercancía con un precio FOB (valor en origen incluyendo empaque y carga) de 306 dólares por tonelada, cuyo costo CIF (incluyendo seguro y flete hasta el destino) asciende a 640 dólares, mientras que el flete por contenedor alcanza los 8,700 dólares.
Estos incrementos también han afectado la carga no refrigerada y, aunque se espera que su impacto sobre los precios al consumidor final sea limitado, es probable que una parte del aumento se traslade. Las crecientes tensiones comerciales entre Estados Unidos y China han alterado significativamente el comercio marítimo internacional, ejerciendo una presión al alza sobre los fletes.
Esto ha generado una acumulación de contenedores estancados en puertos chinos, agravada por la incertidumbre, los aranceles y los cambios geopolíticos, lo cual amenaza con desestabilizar toda la cadena global de suministro debido a la escasez de contenedores disponibles.
Uno de los factores clave ha sido la reducción de pedidos a China por parte de Estados Unidos. Ante esta situación, las navieras buscan compensar la caída del volumen transportado elevando sus tarifas para cubrir sus costos operativos.
El problema no radica únicamente en los aumentos ya aplicados, sino en la persistente incertidumbre. Si el pesimismo sobre la capacidad exportadora de China se agrava, podrían registrarse nuevos incrementos, afectando las rutas comerciales y los modelos de precios globales debido al creciente desequilibrio en el mercado internacional de contenedores.
Ojalá vuelva la certidumbre al mercado para evitar mayores consecuencias.
No se puede exigir a los importadores y a las empresas industriales que carguen con costos que exceden sus capacidades; pero sí es razonable esperar que, si se trata de un fardo asumible, no lo trasladen por completo a sus clientes, sino que lo compartan de manera justa, sin que esto termine por agobiarlos a todos.
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