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Cádiz (1973) Redactor y editor enfocado en tecnología. Escribe profesionalmente desde 2017 para medios y blogs en español.
Las computadoras portátiles son cada vez más livianas, potentes y dependientes de su batería. Pero no importa si utilizas Windows, macOS o Linux, si no sigues ciertas costumbres adecuadas, la batería de tu portátil terminará perdiendo capacidad mucho antes de lo previsto. La buena noticia es que con unos cuantos cambios sencillos puedes mejorar tanto su autonomía diaria como su vida útil a largo plazo. Estos consejos funcionan y marcan la diferencia.
Uno de los errores más comunes es mantener el portátil conectado todo el día. Aunque la mayoría de modelos modernos tienen sistemas de protección que evitan la sobrecarga, mantener la batería al 100 % de forma constante no es lo más saludable. Lo ideal es mantenerla entre un 20 % y un 80 % de carga cuando sea posible. Algunos fabricantes ofrecen modos de carga optimizada para limitar automáticamente el porcentaje máximo y evitar el deterioro prematuro.
La pantalla es uno de los componentes que más batería consume. Reducir el brillo a un nivel cómodo, pero no máximo, ayuda más de lo que parece. Además, activar un modo de energía eficiente limita procesos en segundo plano, reduce la frecuencia del procesador y prolonga la autonomía sin sacrificar demasiado rendimiento.
Muchos usuarios trabajan con 15 pestañas abiertas en el navegador, Spotify reproduciendo en segundo plano y varios programas funcionando al mismo tiempo. Cuantos más procesos estén activos, más recursos consume el equipo y más rápido se agota la batería. Cierra lo que no uses, revisa el administrador de tareas o el monitor de actividad y mantén solo lo imprescindible.
La batería de tu portátil sufre si se expone a mucho calor o a frío extremo. Nunca lo dejes al sol, sobre una manta o encima de superficies que impidan la ventilación. Si notas que se calienta demasiado, puedes usar una base refrigeradora o darle descansos para que se enfríe. El calor es uno de los principales enemigos de las baterías de litio.
Las actualizaciones del sistema operativo y de controladores suelen incluir mejoras en la gestión de energía. Mantener el software actualizado es una forma indirecta pero efectiva de optimizar el uso energético del equipo. En especial, revisa los controladores de gráficos, red y chipset, ya que influyen directamente en el rendimiento y el consumo.
¿Te vas a preparar un café y dejas el portátil encendido 10 minutos? Esa energía se pierde si no tienes configurada la suspensión automática. Entra en las opciones de energía y ajusta el tiempo de inactividad para que el equipo se duerma tras unos minutos sin uso. También puedes programar el apagado automático de la pantalla, lo cual reduce el consumo incluso si sigues conectado a una reunión o descarga.
La batería tiene un número limitado de ciclos de carga completa. Cada vez que pasa del 0 % al 100 %, consume un ciclo. Si puedes mantener la carga en niveles intermedios, por ejemplo, cargar del 40 % al 80 %, reducirás el desgaste a largo plazo. Algunos portátiles, como los MacBook, incorporan ya una gestión automática de estos ciclos, pero en otros puedes usar aplicaciones de terceros para monitorizar y controlar la carga.
Los cargadores baratos pueden parecer una ganga, pero a menudo dañan la batería a medio plazo. Siempre que sea posible, usa el cargador oficial del fabricante o, al menos, uno certificado con la misma potencia y voltaje. También conviene evitar enchufes inestables o regletas de baja calidad que puedan provocar sobrecargas.
Aunque los portátiles actuales están diseñados para entrar en suspensión rápidamente, si no vas a usarlo en todo el día, mejor apagarlo. Así evitarás procesos residuales, calentamiento innecesario y, por supuesto, gasto energético. Es un hábito sencillo que contribuye a mantener la batería de tu portátil en buen estado durante más tiempo.
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