Salud

¡Cuando los médicos se ponen mal!

8715344804.png

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

El otorrinolaringólogo Freddy Ferreras comparte con Listín Diario su experiencia al pasar de “médico a paciente” tras 39 años de práctica profesional, brindando consultas, realizando cirugías e impartiendo clases.

Con 39 años como médico, incluidos 32 como especialista en otorrinolaringología, el doctor Freddy Ferreras Méndez ha devuelto la salud a miles de pacientes en sus consultas públicas y privadas. Sin embargo, de pronto, tuvo que vivir una experiencia diferente: la del “médico convertido en paciente”.

Una afección de salud lo llevó a someterse a dos intervenciones quirúrgicas, quedando pendiente una tercera desde marzo, y a permanecer hospitalizado durante un mes y medio (entre ingresos y reingresos), con un promedio de cuatro días en unidades de cuidados intensivos en cada ocasión.

Además, debe seguir un proceso de rehabilitación (en el que se encuentra actualmente), que lo obligó a confiar su salud y la de sus pacientes en manos de otros colegas.

Superada la fase más crítica, el destacado otorrinolaringólogo aceptó mi solicitud para relatar las vivencias de un paciente-médico, quien no solo tiene una amplia cartera de pacientes en sus consultas del hospital y la clínica privada, sino que también ha realizado miles de cirugías y formado generaciones de estudiantes de medicina en universidades y escuelas de postgrado del hospital Salvador B. Gautier, donde ha ejercido su especialidad por años.

“Afortunadamente, no había tenido grandes problemas de salud antes de este evento, por lo que no había experimentado en carne propia lo que se siente al ser paciente”, comienza contando el otorrinolaringólogo.

Reflexiona que pasar de médico a paciente es una experiencia que, probablemente, “nos ayuda a comprender y empatizar más con quienes buscan nuestra ayuda, nos hace más humanos y comprometidos”.

El peor paciente

El doctor Ferreras Méndez afirma que siempre se ha dicho que el médico es el peor paciente, no solo porque, sin pretenderlo, intenta influir en el juicio clínico, los tratamientos e interferir en su proceso de salud, sino también porque, como médico, conoce la jerga, los signos y síntomas de las enfermedades.

Asimismo, agrega que, cuando un médico atiende a un colega, la carga emocional es aún mayor que cuando se trata de un paciente particular.

Los temores

Dice que en el paciente-médico se generan diversas preguntas e interrogantes que podrían afectar su psiquis, ya que piensa en las repercusiones, las complicaciones y la evolución de la enfermedad.

Entre sus mayores preocupaciones, está la posibilidad de una incapacidad prolongada y la consecuente preocupación por su economía, ya que la mayoría de los médicos dependen de sus ingresos diarios y, al tener que interrumpir su práctica, no generan ingresos.

Esto conlleva, detalla el doctor Ferreras Méndez, que incluso ese médico-paciente corra el riesgo de caer en la pobreza, pues la mayoría de los médicos, aunque tienen ingresos suficientes para una vida cómoda, no han acumulado suficiente dinero para afrontar situaciones de salud complejas.

Preocupación por sus pacientes

“El médico, por naturaleza, está mentalizado y formado para ayudar a sus pacientes sin importar las circunstancias. Aunque no siempre las cosas salen como se planean, en la mente del médico nunca está el hacer algo que perjudique a un paciente”, aclara el especialista.

Esto provoca, añade, que cuando el médico enferma sienta también preocupación por el bienestar de sus pacientes, especialmente aquellos en condiciones delicadas o que requieren un seguimiento o control estricto.

“En mi caso particular, antes de la intervención, intenté comunicarme con la mayor cantidad de pacientes posible, especialmente con aquellos que habían sido operados recientemente, tanto en el hospital público como en la consulta privada, y me preocupé de proporcionarles los contactos de los colegas designados para su seguimiento”, detalla.

Más comprometido

Además, dice que desde que puede comunicarse, recibe llamadas de sus pacientes, a quienes, además de explicarles su situación, les atiende sobre sus dolencias, les remite si es necesario y coordina para que sean atendidos por otros colegas de su confianza.

Lo hace a sabiendas, afirma, de que recibirán el mismo trato que él solía ofrecer, tanto en el hospital como en su práctica privada.

“En definitiva, pasar de médico a paciente es una experiencia que, probablemente, nos ayuda a comprender y empatizar más con quienes buscan nuestra ayuda, nos hace más humanos y más comprometidos”.

TRA Digital

GRATIS
VER