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¿Dominicanos en el extranjero?

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Desde sus inicios, República Dominicana ha lidiado con lo que algunos denominan el "régimen del pesimismo".

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Desde sus inicios, República Dominicana ha lidiado con lo que algunos denominan el “régimen del pesimismo”. La ambición de los liberales trinitarios de edificar una nación libre, soberana e independiente fue recibida con recelo por sectores que, aunque respaldaban la ruptura con Haití, dudaban de la autodeterminación sin el apoyo de una potencia extranjera. De ahí los intentos de anexión a potencias europeas en el siglo XIX.Ese pensamiento pesimista también fue empleado por intelectuales que, durante la dictadura de Trujillo, justificaron o toleraron el régimen bajo la premisa de que el pueblo necesitaba orden y mano dura para subsistir como nación. Entre ellos destaca Manuel Arturo Peña Batlle.

Todavía hoy, muchos dominicanos se ven a sí mismos con una visión injusta, incapaces de reconocer — sin caer en el chauvinismo — las muchas fortalezas que tenemos como pueblo. Vivimos en un país con estabilidad política, una de las economías de mayor crecimiento de la región y una democracia que, aunque imperfecta, no es una dictadura. Otro de nuestros mayores logros, sin duda, es nuestra diáspora.

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Los dominicanos en el exterior demuestran una impresionante capacidad de trabajo, superación e integración. Ya lo había visto en España, donde residí durante mis estudios. Pero lo confirmé recientemente en Lawrence, Massachusetts.

Lawrence es una de las ciudades con mayor proporción de dominicanos en Estados Unidos. Más del 40 % de su población tiene raíces dominicanas, según el censo de 2020. Allí, los dominicanos no solo residen, sino que lideran. El alcalde Brian A. De Peña, el presidente del Concejo Municipal, Jeovanny Rodríguez, y el director de Obras Públicas, Jorge Jaime, entre otros, son dominicanos. Muchos apodan a Lawrence, con razón, “la provincia número 33”.

Aunque a los migrantes dominicanos se les llame “ausentes”, lo cierto es que están más presentes que nunca. Solo en 2024, los dominicanos en el exterior enviaron más de US$10,157 millones en remesas, según datos del Banco Central. Esta suma representa el 11 % del PIB y va directo a los hogares.

Las remesas permiten cubrir necesidades básicas como educación, salud y vivienda, además de dinamizar la economía mediante el consumo, pequeños negocios y construcciones. También fortalecen las reservas internacionales y respaldan la política monetaria. Estudios del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (Mepyd) muestran que tienen un efecto redistributivo que beneficia a todos los estratos sociales.

Pero el aporte de la diáspora no es solo económico. Promueven nuestra cultura, tradiciones y valores dondequiera que estén. Son nuestros mejores embajadores.

Por eso, República Dominicana debe hacer más por su diáspora: facilitar y abaratar los servicios consulares, reducir tiempos de respuesta, garantizar el derecho al voto en condiciones dignas y reconocerlos como parte activa del desarrollo nacional.

En varias ocasiones he alzado mi voz para esto y fue grato constatar en Lawrence cómo nuestros compatriotas retribuyen con trabajo, civismo y liderazgo a una ciudad que ha acogido a los dominicanos como suyos.

En un contexto de polarización migratoria, la experiencia de Lawrence demuestra que la integración es factible cuando hay voluntad, respeto y empatía.

¡Comprobado está! No estamos ante “dominicanos ausentes”, sino ante dominicanos muy presentes, que mantienen nuestra hermosa bandera ondeando en alto, dentro y fuera del país.

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