Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
Durante años, el debate educativo en República Dominicana se ha enfocado, con razón, en las competencias académicas. No obstante, el aprendizaje no sucede en el vacío: requiere de aulas socioemocionalmente seguras y estudiantes que puedan gestionar sus emociones, construir relaciones saludables y proyectarse con esperanza hacia el futuro. En este sentido, el más reciente Informe IDEC 2024 ofrece señales claras de que el país progresa al integrar el bienestar psicoafectivo como un componente crucial de la calidad educativa.
Uno de los logros destacados en el Informe IDEC 2024 ha sido la implementación de la estrategia de educación sexual integral en valores. Mediante la capacitación de docentes, la participación de familias y el empoderamiento de los propios estudiantes, la República Dominicana ha conseguido reducir significativamente el embarazo adolescente: de más de 35 mil casos en 2017 a menos de 18 mil en 2024. Estos resultados no solo reflejan políticas efectivas, sino también el compromiso de múltiples actores sociales.
Paralelamente, el Ministerio de Educación ha fortalecido el marco normativo de la convivencia escolar, promoviendo la disciplina positiva, la mediación de conflictos y la cultura de paz. Más de 62 mil docentes y casi 880 mil estudiantes participaron durante 2024 en programas que buscan transformar las dinámicas cotidianas en los centros educativos, creando entornos más respetuosos, inclusivos y seguros.
Otro paso importante ha sido la creación del Centro de Apoyo Psicoemocional (CAPEM), que ya ofrece atención directa a estudiantes, docentes y familias que requieren acompañamiento profesional. Este servicio, aún en expansión, evidencia la necesidad de contar con redes institucionales sólidas que atiendan la salud emocional como parte integral del derecho a la educación.
Estos avances son, sin duda, alentadores. Sin embargo, el reto es consolidar lo iniciado y transformar los logros en una política estructural.
Para ello, es indispensable que la educación emocional no se limite a programas aislados, sino que se transversalice en todas las áreas curriculares y en cada etapa de la vida escolar. Asimismo, es necesario ampliar la cobertura de los servicios de apoyo psicoemocional, asegurar que las familias participen de manera activa en los procesos educativos y, sobre todo, establecer mecanismos sólidos que permitan medir el impacto real de estas intervenciones en el clima escolar y el bienestar integral de los estudiantes.
En este sentido, el camino hacia la consolidación de estas políticas requiere una visión a largo plazo y un marco institucional robusto. Como propuesta estratégica, resulta pertinente la creación de un Sistema Nacional Integrado de Bienestar Psicoafectivo Escolar, que articule de forma coherente los esfuerzos existentes y permita sostenerlos en el tiempo.
Este sistema tendría como principales objetivos unificar las distintas intervenciones bajo estándares comunes de calidad, protocolos de actuación y formación continua para los actores educativos. Además, permitiría ampliar progresivamente la cobertura de los servicios psicoemocionales, asegurando su presencia en todos los niveles y modalidades del sistema educativo. De igual manera, facilitaría la implementación de un sistema de monitoreo y evaluación que no solo registre datos de cobertura, sino que mida de forma sistemática el impacto de las acciones en el bienestar y el desempeño de los estudiantes. Por último, fortalecería la coordinación intersectorial entre los ámbitos de educación, salud, protección social y familia, entendiendo que el bienestar de nuestra niñez es una responsabilidad compartida por toda la sociedad.
La República Dominicana ha empezado a dar pasos concretos en esta dirección. Ahora el reto es blindar estos avances mediante estructuras institucionales sólidas, sostenibles y articuladas que puedan perdurar más allá de cambios de gestión o coyunturas particulares.
Educar no es únicamente transmitir conocimientos; es acompañar trayectorias de vida. Por eso, el bienestar psicoafectivo no debe considerarse un programa puntual, sino una política pública permanente que garantice a cada estudiante el derecho a aprender en un entorno que cuide su mente, su corazón y su futuro.
Agregar Comentario