Tecnologia

Efectos del calor extremo y desastres naturales en el cerebro del feto

8738556711.png
EUROPA PRESS) -

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

MADRID, 24 Jun. (EUROPA PRESS) –

En los últimos años, el estrés relacionado con el clima y su impacto en el desarrollo cerebral ha ganado relevancia. Es importante destacar que la exposición prenatal al estrés provocado por desastres naturales puede afectar el desarrollo neurológico infantil, y las investigaciones actuales estudian su influencia en la forma del cerebro de los niños.

Igualmente, la exposición prenatal a eventos climáticos extremos, como el calor ambiental, también podría influir en la morfología cerebral infantil.

Los desastres climáticos podrían estar dejando huellas imperceptibles en los cerebros en desarrollo antes del nacimiento, según una nueva investigación innovadora del Centro de Posgrado de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY Graduate Center) y el Queens College, ambos en Estados Unidos. Los científicos hallaron que los niños cuyas madres experimentaron el huracán Sandy durante el embarazo mostraron diferencias cerebrales notables que podrían afectar su desarrollo emocional en el futuro.

El estudio, publicado en ‘PLOS One’, revela que la exposición prenatal a sucesos climáticos extremos, especialmente cuando se combinan con calor excesivo, parece alterar centros clave de regulación emocional en el cerebro en desarrollo.

“Estamos observando cómo el cambio climático podría estar transformando el cerebro de la próxima generación incluso antes de que respiren por primera vez. El cerebro de estos niños porta cicatrices invisibles de desastres climáticos que nunca vivieron directamente”, explica el autor principal, Donato DeIngeniis, estudiante de doctorado en Psicología del Centro de Posgrado de CUNY. “”.

El equipo de investigación analizó datos de imágenes cerebrales de un grupo de niños de 8 años cuyas madres estaban embarazadas durante el huracán Sandy, que devastó zonas de Nueva York y otras regiones costeras en 2012. Los escáneres mostraron que los niños expuestos a la tormenta en el útero tenían volúmenes significativamente mayores en los ganglios basales, estructuras cerebrales profundas involucradas en la regulación de las emociones.

“La combinación del estrés por la tormenta y el calor extremo creó una tormenta neurológica perfecta en los cerebros en desarrollo”, explica la profesora Yoko Nomura, investigadora principal del Estudio del Estrés en el Embarazo (SIP) y profesora de Psicología en el Centro de Posgrado de CUNY y Queens College. “Descubrimos que, aunque el calor extremo por sí solo no alteró significativamente el volumen cerebral, al combinarse con el estrés de vivir una gran tormenta durante el embarazo, amplificó notablemente los efectos”.

La investigación incluyó resonancias magnéticas de 34 niños, comparando a aquellos expuestos a la tormenta y/o al calor extremo (definido como al menos un día con temperaturas superiores a 35 °C durante el embarazo) con aquellos que no lo estuvieron. Los resultados podrían tener importantes implicaciones para los niños que crecen en regiones cada vez más afectadas por el cambio climático.

“A medida que los eventos climáticos extremos se vuelven más comunes y severos, debemos considerar el impacto invisible en las generaciones futuras”, señala DeIngeniis. “Nuestros hallazgos sugieren que debemos desarrollar intervenciones específicas para apoyar a las mujeres embarazadas durante los desastres climáticos y fortalecer la resiliencia climática en las comunidades vulnerables”.

Duke Shereen, director del centro de Imágenes por Resonancia Magnética del Centro de Investigación Científica Avanzada del Centro de Posgrado de la CUNY y coautor del estudio, subraya las implicaciones a largo plazo de los hallazgos: “Estas técnicas de imagen nos permiten visualizar cómo los factores estresantes ambientales pueden actuar en cascada a través de la experiencia materna y modificar la arquitectura del cerebro en desarrollo. Lo que estamos observando es evidencia sólida de que la crisis climática no es solo una emergencia ambiental, sino también una emergencia neurológica con consecuencias para las futuras generaciones que heredarán nuestro planeta”.

TRA Digital

GRATIS
VER