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El centro de Los Ángeles busca recuperar su animada normalidad tras las protestas, Mikaela Viqueira

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La historia de sus muros abraza el paso de los inmigrantes mexicanos que llegan a EE.UU.

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Los Ángeles.- El centro de Los Ángeles, epicentro de las protestas contra las redadas migratorias que cumplen esta semana, intenta recuperar su ambiente, aunque la mayoría de comercios se resisten a abrir y los turistas apenas visitan las zonas cercanas a las manifestaciones.

Solo un par de calles separan la zona cero de las protestas contra las deportaciones del presidente de EE.UU., Donald Trump, de la calle Olvera, una pintoresca plaza donde españoles y mexicanos fundaron el pueblo de Los Ángeles a finales del siglo XVIII, antes de pasar al control estadounidense.

La historia de sus muros abraza el paso de los inmigrantes mexicanos que llegan a EE.UU. en busca de una vida mejor y, con el estallido de las protestas, el barrio adquiere un simbolismo especial para algunos, sirviendo de punto de encuentro para unirse a las manifestaciones frente a las oficinas del Edificio Federal.

La música tradicional mexicana sigue sonando en la placita principal junto a unas cuantas personas que disfrutan sentadas de los días soleados, pero Olvera ya no es como se recuerda: aunque el color de sus puestos comerciales todavía persiste, su aspecto se reduce a unos pocos turistas y algunos negocios que abren mientras protegen el de sus vecinos.

Declarado Monumento Histórico, este popular zona recibe a diario la visita de miles de turistas que aprenden de la historia de la fundación de la metrópoli a través de sus calles.

El vandalismo de los últimos días en los alrededores de Olvera aún asusta a algunos de los trabajadores. Todavía quedan unas cuantas horas para el toque de queda, pero los dependientes, tras una mañana sin apenas visitas, recogen los puestos antes de tiempo: “¿Si no viene nadie, a quién le vamos a vender?”, se preguntan.

Es por ello que las calles y la plaza principal que lo componen se han protegido con tapices de madera para evitar más actos vandálicos y proteger los cristales de los escaparates de las tiendas, la mayoría aún cerradas.

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