Salud

El estrés y sus efectos en nuestra rutina cotidiana

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De hecho, es un mecanismo natural de nuestro sistema nervioso que busca activarnos para darnos el empuje necesario para levantarnos y realizar nuestras actividades diarias.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

El estrés cumple una función crucial: impulsarnos a actuar para solucionar problemas y lograr metas; sin embargo, se convierte en patológico cuando sobrepasa nuestra capacidad de respuesta y daña nuestro bienestar.

La Académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), Atziri Arroyo Ruiz nos explica cómo funciona el estrés y su impacto en nuestra vida diaria.

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Es importante que entendamos que el estrés, al principio, no es perjudicial. De hecho, es un mecanismo natural de nuestro sistema nervioso que busca activarnos para darnos el empuje necesario para levantarnos y realizar nuestras actividades diarias. En un ejemplo sencillo, si no nos preocupara el calor o el frío, no tendríamos de forma tan espontánea la conducta de protegernos del clima.

Así, si no nos preocupara llegar a fin de mes, sería un poco más complicado tener el impulso de ir a trabajar. O cuando tenemos muchos pendientes o personas que dependen de nosotros, es necesario tener cierto impulso a la acción.

Esa es, precisamente, la razón de ser del estrés: empujarnos a resolver o modificar situaciones para sobrevivir, alcanzar objetivos, satisfacer necesidades o mejorar nuestro estado. Entonces, ¿cuándo el estrés se vuelve perjudicial? Podría resumirlo de la siguiente forma:

Cuando este estado de estrés elevado se mantiene por un tiempo (el criterio clínico es a partir de 6 meses), se hacen evidentes diferentes afectaciones en la salud. Estas afectaciones están relacionadas con la secreción de una sustancia que se libera en la amígdala cerebral, llamada cortisol y conocida como la hormona del estrés.

Su función es poner al sistema nervioso en estado de alerta, pero en exceso tiene consecuencias como la muerte neuronal, lo que se relaciona con una disminución en el rendimiento cognitivo general, pero de manera más evidente en la atención y la memoria, lo que se podría notar en el aumento de olvidos cotidianos; los cambios de humor que incrementan la irritabilidad y la posibilidad de desarrollar cuadros de ansiedad y depresión.

Además, el desequilibrio químico que se produce a causa del cortisol, puede influir negativamente en el metabolismo, los ciclos de hambre y sed, incluso los del control de peso y los de eliminación.

Como vemos, hay consecuencias cognitivas y emocionales, pero también puede haber físicas, como enfermedades del aparato digestivo como gastritis, colitis y otras que guardan una conexión directa con los cambios en la actividad del sistema nervioso.

Existen casos de personas que desarrollan enfermedades como diabetes, algunos tipos de cáncer, enfermedades neurológicas y autoinmunes que, si bien no son causadas únicamente por el estrés, a veces sí son desencadenadas por este, cuando ya existen otros factores predisponentes.

Por otro lado, hay una línea de investigación en desarrollo sobre las implicaciones del estrés materno en el desarrollo de los hijos en el vientre, que se han relacionado con trastornos del desarrollo infantil, diferencias estructurales y funcionales en las áreas del cerebro que participan en la sociabilidad, la regulación emocional y el control de la conducta, lo que abre la puerta a la idea de que el estrés excesivo no solo afecta a quien lo padece, sino también a su descendencia y a su entorno.

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