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En las redes sociales y gimnasios, es cada vez más frecuente observar individuos mezclando sobres de sales de hidratación con agua en botellas, consumiéndolos cual si fueran un suplemento diario e inofensivo.
No obstante, tras esta moda, se esconde una advertencia: “el consumo innecesario de electrolitos puede generar más riesgos que ventajas”, alerta la nutrióloga clínica Margaret Franco.
La experta detalló a El Día los efectos de esta costumbre que, aunque luce inofensiva, podría llegar a ser peligrosa, e incluso letal.
Los electrolitos son minerales como el sodio, potasio, calcio, magnesio y fosfato, presentes de manera natural en el cuerpo humano. Junto con el agua y los azúcares, facilitan la regulación de funciones vitales como el ritmo cardíaco, la contracción muscular y el equilibrio hídrico. El cuerpo los obtiene principalmente de los alimentos y el agua.
“Los requerimos cuando hay una pérdida considerable de líquidos y minerales, como en casos de vómitos, diarreas, fiebre alta o sudoración excesiva por ejercicios extenuantes. Un deportista profesional o alguien que entrena a diario a nivel competitivo puede necesitar rehidratación con electrolitos, pero no una persona sedentaria o que acude al gimnasio de forma ocasional tres veces por semana”, aclaró la especialista.
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