Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.
BILBAO (EFE). — El matemático estadounidense Michael I. Jordan opina que a corto plazo la inteligencia artificial (IA) ayudará a comprender mejor lo valioso del ser humano, “lo creativo, perceptivo y profundo que es”, rasgos que no se apreciarán en una máquina.
Es evidente que las computadoras pueden llevar a cabo muchos cálculos y gestionar una gran cantidad de datos que las personas no, pero éstas tienen la capacidad de hacer otro tipo de cosas, “y ahí va a quedar claro que es mejor que lo haga un humano”, indicó.
Jordan es uno de los galardonados de los premios de la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, en su caso en la categoría de Tecnologías de la Información y la Comunicación, por sus contribuciones al aprendizaje automático, que tiene aplicaciones de gran impacto para el conjunto de la sociedad.
Los premios se concedieron ayer en esta ciudad.
Los algoritmos desarrollados por el científico para hacer predicciones han sentado las bases matemáticas de modelos de inteligencia artificial como los que usan ChatGPT y Amazon.
Jordan (de la Universidad de California en Berkeley y el Instituto Nacional de Investigación en Ciencias y Tecnologías Digitales de París) prefiere hablar de aprendizaje automático (especializado en reconocer patrones) y no de inteligencia artificial.
El “machine learning” consiste en tomar una gran cantidad de datos para predecir lo que va a suceder. “La pinta es bastante buena”, parece que lo razona un humano pero es sencillamente una tecnología que ayuda a la gente, recalcó Jordan.
Basado en este avance, agregó el investigador, los usuarios de una plataforma de entretenimiento pueden descubrir una película que se ajuste a sus gustos; los servicios de correo electrónico pueden filtrar mensajes maliciosos, y los expertos determinan el uso fraudulento de tarjetas de crédito.
En medicina y ciencia se han dado pasos muy importantes, como entrenar máquinas para reconocer patrones en radiografías y otras pruebas, lo que facilita la detección temprana del cáncer y afina terapias.
También está sirviendo para encontrar fármacos que combatan las bacterias multirresistentes y predecir la estructura tridimensional de las proteínas, elementos fundamentales de la vida.
Decisión humana
¿Qué seguirá siendo ciencia ficción en la IA? Jordan dijo que es difícil responder porque “la vida dentro de 100 años no sabemos cómo será”. Sin embargo, subrayó, los humanos son los que tienen que determinar qué quieren de la tecnología.
“Si los humanos quieren ser como Frankenstein y generar un montón de artilugios que parezcan seres humanos que les entretengan, lo harán. Quizás haya gente que lo haga, pero la mayor parte de la población no va a querer eso, va a querer que les mejore la vida”, consideró.
El matemático puso un ejemplo: una persona en el año 1800 que quería escuchar música iba a un castillo donde había una orquesta y un rey, único lugar donde se podía disfrutar.
“Esa persona nunca se hubiera imaginado que te puedes poner algo en los oídos y escuchar a Mozart. ¿Eso ha sido bueno para la sociedad? Yo creo que sí, ahora la música está en todas partes, mejora la creatividad”.
Jordan cree que esto es lo que va a suceder con la IA, que “también dé lugar a cosas que ni nos imaginamos en la actualidad”.
No obstante, ve necesaria mayor transparencia para que la ciudadanía entienda mejor en qué consiste.
El investigador acaba de asumir la dirección de la cátedra “Mercados y aprendizaje automático” en la Fundación INRIA, con la colaboración del Centro Nacional de Investigación de Francia y la Escuela Normal Superior de la Universidad de París. Está diseñada para desarrollar, a lo largo de los próximos años, algoritmos aplicados a la toma de decisiones en el ámbito industrial y empresarial. Y es que el aprendizaje automático actual sigue siendo bastante ineficaz en la toma de decisiones bajo condiciones de incertidumbre, una cuestión clave para las empresas.
Jordan anticipó que seguirá colaborando con sus colegas estadounidenses, pero también con investigadores de todo el mundo. “El aprendizaje automático no es una tecnología de un país, es internacional”, puntualizó.
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