Salud

Evaluaciones psicométricas incorrectas y diagnósticos de salud mental equivocados

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Diagnosticar conlleva una gran responsabilidad y buen criterio profesional, por lo que la aplicación de una sola prueba no basta.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Diagnosticar conlleva una gran responsabilidad y buen criterio profesional, por lo que la aplicación de una sola prueba no basta. Es necesaria la aplicación de varias pruebas para corroborar los resultados del instrumento con otros. La salud mental es un aspecto primordial en el bienestar, por lo que es crucial contar con diagnósticos precisos y confiables. No obstante, en ocasiones se presentan errores en los diagnósticos, ya sea al detectar una condición inexistente (falso positivo) o al no detectar una condición presente (falso negativo). Estos errores pueden acarrear consecuencias importantes para los pacientes, como recibir tratamientos innecesarios o no recibir la atención adecuada. En ese sentido, diagnosticar supone una gran responsabilidad, por lo que los evaluadores, además de ser profesionales en el área, deben tener experiencia, una metodología adecuada, cuidado del entorno de aplicación, manejo de la historia clínica y conocimientos biológicos; así como habilidades propias para entender la configuración de cada prueba, a fin de evitar los falsos positivos y/o negativos. Los diagnósticos de salud mental no solo requieren de una buena historia clínica y evaluación biológica, sino también evaluaciones psicométricas adecuadas. Una preocupación común entre los profesionales psicometristas es ofrecer resultados lo más acertados posibles, evitando así falsos positivos o negativos. Para disminuir significativamente el riesgo de error, el profesional debe: 1- Estar familiarizado con la prueba o baterías de pruebas a utilizar. 2- Contar con una historia clínica lo más completa posible. 3- Aplicar las pruebas en el ambiente y horario apropiados, o seleccionar baremos acorde o similar a la población evaluada. 4- Estar certificado y actualizado en la(s) prueba(s) a aplicar. 5- Descartar o considerar temas de índole biológico. 6- Conocer que muchos trastornos pueden solaparse o confundirse con otros problemas o condiciones. 7- Considerar la condición actual del paciente; si está cansado, estresado o ansioso, podría responder o mostrar comportamientos distintos o similares a otra condición. 8- Entre otros aspectos. Por consiguiente, diagnosticar implica, como se ha mencionado, una gran responsabilidad y buen criterio profesional, por lo que aplicar una sola prueba no es suficiente, es necesario aplicar varias para corroborar los resultados del instrumento con otros. De hecho, no existe una prueba que sea “la varita mágica” para evaluarlo todo, lo que hace más delicado un diagnóstico. Por ejemplo, aunque un paciente pueda presentar características sintomatológicas de TDAH (Trastorno por déficit de atención), autismo u otra condición, esto no implica necesariamente que la tenga, ya que problemas de aprendizaje, ansiedad u otros factores podrían disfrazar el diagnóstico, incrementando la posibilidad de falsos positivos o negativos. Las baterías de pruebas o instrumentos para apoyar un diagnóstico, hoy en día, suponen una inversión para los pacientes; ya que las pruebas suelen ser percibidas como costosas y poco accesibles, debido a que no suelen estar incluidas en el portafolio de beneficios del sistema de seguridad social, y los pacientes o sus familiares deben asumir estos costos. Sin embargo, es importante destacar que la mayoría de las pruebas diagnósticas se adquieren en original, con los materiales esenciales, directamente por el profesional de salud mental o centros psicológicos, y es poco conocido que la adquisición de las mismas es, por lo general, en moneda extranjera, lo que eleva los costos y requiere una constante actualización, adaptándolas cada vez más a diferentes poblaciones y a las condiciones del paciente.

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