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Homenaje a Josián Espinal: de origen humilde a ‘Casa Cultural’

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Ella vivió la experiencia durante la salida que organizó su profesor de literatura a un lugar donde vivieron una jornada inolvidable.

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Laura Massiel no lo podía creer. Se lo habían “colado” en su presencia. ¿Cómo era posible que ahí prepararan café? La joven citadina no tenía la más mínima idea de que en un “artefacto” con “filtro”, colocado en la esquina del “fogón”, se pudiera verter agua caliente que luego caía en una jarra convertida en café.

Ella vivió la experiencia durante la salida que organizó su profesor de literatura a un lugar donde vivieron una jornada inolvidable. Ella es parte de unos estudiantes de término de bachillerato que visitaron la Casa Cultural Josián Espinal.

A esta casa, como ocurría en muchos campos, se llega por la cocina. El fogón, la rinconera, el vasero, la tinaja, una jigüera y un macuto son solo parte de los utensilios y espacios con que cuenta la recreación de esencia campesina de este homenaje a la identidad.

La Casa Cultural, un proyecto impulsado por Pedro Espinal en memoria de su padre, el poeta popular Josián Espinal, es mucho más que la recreación de una casa campesina; es un testimonio del poder transformador de la cultura, la educación y las artes.

En El Guanal, al lado del riachuelo Maco, a menos de cuatro kilómetros del casco urbano de Sabaneta, en Santiago Rodríguez, nacida de la necesidad de perpetuar el legado de un hombre que cultivaba la tierra y la palabra con igual pasión, la casa cultural se erige como un espacio dinámico y vibrante, un catalizador del desarrollo socioeconómico y la cohesión social de su comunidad.

Cuenta Pedro que el antiguo rancho familiar, antaño lugar para guardar recuerdos y evocar nostalgia, se ha transformado en un centro activo donde realizan talleres de dibujo, charlas sobre la importancia de la lectura y talleres de escritura creativa, entre otras actividades.

La motivación de Pedro para crear la Casa Cultural se basa en la profunda admiración por su padre, un hombre comunitario con un compromiso inquebrantable con la educación y la cultura. Josián Espinal, aunque no tuvo una educación formal extensa, cultivó un talento excepcional para la décima, un arte que memorizaba y que solo comenzó a ser reconocido cuando el poeta rondaba los cincuenta años.

La obra de Josián, rescatada parcialmente por su hijo y plasmada en dos libros, “El olor de mi campiña” y “La vaquita de Emiliano y otros versos”, además de una producción discográfica con la participación de artistas como Manuel Jiménez, Sonia Silvestre, Roldán Mármol y Josefina Torres, es un testimonio de la perseverancia y el talento innato.

Por eso, la Casa Cultural Josián Espinal se convierte en un homenaje a su legado, un espacio donde su memoria histórica se preserva y se comparte con las nuevas generaciones.

Entre los reconocimientos a Josián destacan el primer lugar como decimero, otorgado por el Instituto para el Desarrollo del Noroeste, INDENOR, en sendas ferias regionales realizadas en 1985, en Santiago Rodríguez, y en 1987, en Dajabón. En 2010, este poeta popular fue declarado Hijo Meritísimo del municipio San Ignacio de Sabaneta, por el Ayuntamiento.

A Pedro se le hace difícil disimular la emoción cuando rememora aquellos últimos minutos de su padre en este plano. Pero también se le nota renovado cuando dice “la obra de mi padre no ha terminado”. Y por eso narra de manera vívida lo ocurrido con estudiantes del liceo Porfirio Gutiérrez, de Mao, cuando participaron en un taller de escritura creativa en la Casa Cultural.

Así habla sobre la espontaneidad y la frescura de sus poemas, sobre aquella muestra inesperada de talento latente. Confiesa que esa experiencia resonó profundamente en él, reforzando la convicción de la importancia de la Casa Cultural como espacio de estímulo y desarrollo del potencial creativo juvenil.

La visión de su propulsor es ambiciosa y a largo plazo. Para el 2030, Pedro proyecta la Casa Cultural Josián Espinal como una institución sólida y madura, con una historia rica en testimonios de aportes positivos a la comunidad. Ve la casa expandiéndose, diversificándose, incluso convirtiéndose en un destino ecoturístico y cultural, atrayendo visitantes de todas partes.

Pero al pensar en el 2044, cuando la República Dominicana cumpla doscientos años, a este hombre le brillan los ojos y hasta pide agua para tomar. Entonces dice que imagina la casa cultural “como un faro de la identidad nacional, comprometida con el cuidado del medio ambiente, la defensa de la patria y la justicia social, inspirándose en los ideales de Juan Pablo Duarte”.

Para lograr esta visión, Pedro reconoce la necesidad de alianzas estratégicas. Por eso busca la integración de personas con vocación por el arte y la cultura, como vía para crear una institución que trascienda el esfuerzo personal y el de su familia.

En esta iniciativa hay oportunidades para ministerios como Educación, Cultura y Turismo. Pero también las hay para la municipalidad de Sabaneta. Su propulsor destaca el papel crucial del Estado, de entidades privadas y de organismos internacionales, como la Unesco, para el apoyo y mantenimiento de la Casa Cultural.

La Casa Cultural Josián Espinal ofrece una amplia gama de oportunidades para diferentes públicos. Para infantes y jóvenes, representa un espacio de formación, estímulo y desarrollo de su potencial creativo, como se evidencia con los estudiantes que la visitan. Para los adultos, ofrece un lugar que ayuda a reconectar con sus raíces culturales, participar en actividades enriquecedoras y contribuir con la comunidad.

Para las instituciones, encarna una oportunidad para apoyar iniciativas culturales y educativas de gran impacto social. Para los turistas, brinda una experiencia cultural auténtica y única. Esta casa cultural se ofrece como un espacio inclusivo, abierto a la participación de todos aquellos que valoran la cultura, la educación y las artes.

La iniciativa de Pedro Espinal es un llamado a la acción, una invitación a unirse a este proyecto, a participar en su crecimiento y a contribuir a su sostenibilidad. Es un recordatorio de que la cultura no es un lujo, sino una necesidad fundamental para el avance de las sociedades.

La Casa Cultural Josián Espinal es un ejemplo de cómo un sueño personal puede convertirse en una realidad transformadora para la sociedad, un legado que perdurará en el tiempo, inspirando a futuras generaciones a cultivar, como Josián, la tierra y la palabra, a construir una sociedad más justa y equitativa, y a celebrar la riqueza de nuestra herencia cultural.

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