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La vista es uno de los sentidos más valiosos del ser humano, ya que a través de esta podemos percibir el mundo, interactuar con él y realizar tareas cruciales que definen nuestra calidad de vida, autonomía y bienestar emocional.
Yanilsa Sánchez, oftalmóloga del Centro Integral de Oftalmología de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), afirma que “cuidar nuestros ojos es cuidar nuestra capacidad de vivir a plenitud”, ya que la vista nos permite observar el mundo que nos rodea con todos sus colores, formas, movimientos y profundidades.
Esta percepción visual es clave para orientarnos en el espacio, mantener el equilibrio y responder de forma adecuada a los estímulos del entorno.
Gracias a nuestros ojos, llevamos a cabo actividades tan variadas como leer, escribir, cocinar, practicar deportes, conducir o simplemente disfrutar de un atardecer.
Una visión saludable no solo favorece el desempeño de estas actividades, sino que también influye directamente en nuestra independencia.
En personas mayores, por ejemplo, mantener la capacidad visual es esencial para preservar la autonomía, reconocer rostros, moverse sin ayuda y seguir participando activamente en la sociedad.
Impacto en el aprendizaje
En la infancia, la vista cumple un papel fundamental en el desarrollo académico. Muchos problemas de aprendizaje tienen su origen en deficiencias visuales no diagnosticadas, como la miopía, hipermetropía o astigmatismo. La detección temprana de estos trastornos es crucial para que los niños puedan rendir bien en la escuela, concentrarse en clase y evitar retrasos en el desarrollo.
De igual manera, en la edad adulta, una buena visión es indispensable en el ámbito laboral. La fatiga ocular, los dolores de cabeza y las molestias visuales producto del uso prolongado de pantallas afectan la concentración y la productividad.
La doctora Sánchez destaca que “mantener una visión saludable también es una inversión en el desempeño profesional”.
Seguridad en las vías
Conducir exige reflejos rápidos, percepción precisa de distancias y buena visión periférica. Una visión deficiente puede aumentar considerablemente el riesgo de accidentes de tránsito.
Por ello, es vital someterse a revisiones oftalmológicas periódicas antes de obtener o renovar la licencia de conducir.
Además, el deterioro visual tiene un impacto importante en la salud emocional y física.
La pérdida de visión puede llevar al aislamiento, la depresión, el miedo a caídas y la pérdida de independencia. Según la doctora Sánchez, el cuidado ocular debe ser una prioridad para todas las edades, ya que influye directamente en nuestra salud mental y emocional.
Consecuencias
Los trastornos visuales no tratados pueden dificultar actividades diarias como leer, conducir, cocinar o incluso caminar.
También limitan el disfrute de actividades recreativas, deportes y socialización. A esto se suma el impacto emocional, ya que el temor a perder la vista genera ansiedad y estrés.
En personas mayores, una visión deficiente incrementa el riesgo de caídas, lesiones y pérdida de autonomía. La especialista resalta que la visión es mucho más que un sentido; es una herramienta esencial para llevar una vida plena, segura y activa.
Cuidar los ojos implica adoptar hábitos saludables, protegerlos de riesgos innecesarios y realizar controles periódicos con el oftalmólogo. “Los ojos no solo nos permiten ver el mundo, sino vivirlo. Preservar la salud visual es cuidar nuestra libertad, autonomía y bienestar”.
A partir de los 40 años
— Factores de riesgo
Enfatiza que a partir de los 40 años, es importante revisar también la visión cercana y aumentar la frecuencia de los chequeos si se tienen factores de riesgo como diabetes, hipertensión o antecedentes familiares de enfermedades oculares.
Exámenes: clave en la prevención
La evaluación periódica de la salud ocular es la herramienta más efectiva para detectar a tiempo cualquier alteración.
El examen debe incluir prueba de agudeza visual, que determina la claridad de la visión a diferentes distancias; tonometría, para medir la presión intraocular y detectar el glaucoma; y examen con pupilas dilatadas, que visualiza el fondo del ojo y detecta enfermedades de la retina.
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