Actualidad

Izquierda que transforma

8735301041.png
Ni un adjetivo sin logros que se renuevan y amplían constantemente.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Ser de izquierda transformadora no es una etiqueta hueca. No es una actitud. Ni un adjetivo sin logros que se renuevan y amplían constantemente.

No es una denominación vacía, fría, árida…No es un título inamovible, capaz de resistir cualquier falla. Tampoco un estatus en sí mismo. Ni tiene que ver con privilegios y poder para sí o para un grupo afín.

No tiene relación armoniosa con neoliberalismo, fascismo, corrupción, clientelismo, soborno, tráfico de influencias, reparto de cargos, cobro de comisiones a empresas privadas, otorgamiento de contratos sobrevalorados o créditos preferenciales.

Es un ejercicio continuo de sensibilidad social y humana, de solidaridad con los demás, de moralidad cotidiana. Es un compromiso con lo justo, la verdad, la honestidad. Con lo ético y social en función de un proyecto que genera bienestar colectivo y felicidad.

Es una concepción del poder que se construye desde abajo, se desarrolla y se “toma” para transformar la sociedad, erradicar los males acumulados, independizar el país, respetar y crear libertades y derechos, servir a la sociedad sin servirse de ella, para ofrecer conocimientos y capacidades, para avanzar cada vez más hacia la superación del poder que se ejerce temporalmente hacia “el no poder”.

Es democracia real, participación sin obstáculos, poder de decisión del pueblo, poder popular. Es feminismo, anti-racismo, anti adultocentrismo y ambientalismo… alineados contra el sistema dominante y opresor. Es condenar la homofobia y la xenofobia.

Es antiimperialismo, anticapitalismo, socialismo participativo y creador. Es internacionalismo revolucionario, no un simple interés de Estado.

Es revolución social, cambio profundo, multiculturalidad. Es liberación nacional y social, lucha por la autodeterminación del pueblo y del estado nacional, por la emancipación del trabajo del yugo del capital. Es innovación y renovación constante.

Se puede ser de izquierda siempre, incluso después de la muerte. Es lo óptimo. Se puede ser de izquierda un tiempo menor o mayor, para luego dejar de serlo. Algo a la vez meritorio y cuestionable.

Tiene sus propios grandes méritos ser una izquierda más moderada que la izquierda del cambio radical, pero claramente anti neoliberal, soberana, militante en el antiimperialismo y la solidaridad, partidaria de un mundo multipolar cada vez más justo y solidario. Al estilo de López Obrador y Claudia Sheinbaum.

TRA Digital

GRATIS
VER