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El mundo debería celebrar que Israel e Irán suspenderán sus ataques mutuos. Pero lo crucial es que profundicen en sus ancestrales diferencias y busquen los elementos que hagan posible la coexistencia. Decirlo, lo sabemos, es sencillo, pero complicado llevarlo a la práctica. No obstante, es preciso crear todos los mecanismos que sean necesarios para mirar hacia el futuro y dejar de estar estancados en momentos trágicos de su historia.
Por otro lado, no podemos caer en la simplificación de creer que estas animadversiones que a veces se transforman en guerras que destruyen bienes y causan numerosas muertes, son responsabilidad exclusiva de Irán e Israel. Detrás de ellos están los intereses y los imperios que los instigan. Estos tienen una gran cuota de responsabilidad y, por consiguiente, también deben aplicar la lógica de la convivencia en lugar de la lógica de la hegemonía que conduce a los conflictos y a las guerras.
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Por ahora, esperemos que Israel e Irán hayan comprendido que en sus enfrentamientos armados solo habrá perdedores, nunca ganadores. Y aguardemos que el cese al fuego anunciado, que se firmará en breve, según informes de la Casa Blanca, se concrete.
LAS NACIONES UNIDAS
Los conflictos y guerras Rusia-Ucrania, Israel-Hamás (Palestina), Israel-Irán, Estados Unidos-Irán, nos obligan a reflexionar, de manera urgente, sobre la necesidad de revalorizar la Organización de las Naciones Unidas. El mundo no puede seguir a merced de la voluntad y los intereses de los más poderosos.
Los grandes intelectuales, los premios Nobel, las grandes academias y centros de investigación, los gobiernos y la sociedad civil deben incluir en su agenda el trabajo para, en el menor tiempo posible, revitalizar la ONU.
La ONU no puede seguir siendo la gran ausente en la convivencia mundial.
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