Salud

La equitación fortalece el vínculo entre la persona y su ambiente

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Sin expresarlo con esa palabra, la manera en que esta mujer habla de este oficio, revela que esa es la sensación que le produce ejercerlo.

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Mente sana en cuerpo sano, el proverbio que subraya la gran ventaja de practicar deportes refleja un alcance mayor al beneficio individual, ya que una persona que adopta estas disciplinas es segura, asertiva, prudente y multiplica valores que fortalecen a la sociedad y la transforman.

La psicóloga clínica Cristina Tavares aborda ese impacto en su doble función de terapeuta y entrenadora de equitación en el Centro Ecuestre Palmarejo, con el valor añadido de ser jinete desde la infancia.

Así, esta vivencia le permite enumerar los beneficios de esa práctica. Comienza con la salud física.

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“Mejora la postura corporal, montar a caballo requiere mantener la espalda recta, lo que fortalece la musculatura, mejora la alineación del cuerpo y tonifica, en especial piernas, abdomen y espalda”, asegura. Esto incluye todo el sistema muscular y, obviamente, al corazón.

Pero la lista es extensa, dice, favorece la circulación sanguínea, ya que la temperatura corporal del animal y el movimiento ayudan a mejorar el flujo.

En el plano intelectual y emocional, detalla que desarrolla la coordinación y los reflejos, ya que la equitación demanda sincronización con el equino, lo que mejora la capacidad de reacción.

Afirma que reduce el estrés y la ansiedad, porque la conexión con el noble animal y el entorno natural generan una sensación de bienestar y relajación.

Aclara que la escuela de equitación básica, media y avanzada se ubica en Palmarejo, kilómetro 17 de la autopista Duarte, donde una densa vegetación es la dueña del sosegante lugar.

Allí imparten adiestramiento, prueba completa y salto.

Cristina continúa con su lista de bondades: “Fomenta la confianza y el autocontrol, aprender a manejar un caballo requiere seguridad en uno mismo y paciencia, y por supuesto, promueve la autoestima”.

Con reconocimiento internacional, explica que la edad ideal para empezar es a partir de los 6 años, cuando los niños ya tienen control de sus músculos y entienden instrucciones básicas.

Sobre quiénes muestran mayor interés, expone que es un deporte donde ambos géneros compiten juntos. Sin embargo, en el país, las niñas superan a los varones en el nivel inicial.

La escuela abrió en 2003, después de los Juegos Panamericanos, para los que se construyó el centro.

Desde 2024 está en funcionamiento en ese campus la entrenadora, acompañada en la tarea por su esposo Rubén Acevedo, un ingeniero y técnico automotriz por pasión y, al igual que su pareja, jinete de equitación desde la infancia.

“Amplia experiencia en las disciplinas de salto y adiestramiento en República Dominicana. Formador de caballos jóvenes”, lo describe Cristina.

Fascinante. Sin expresarlo con esa palabra, la manera en que esta mujer habla de este oficio, revela que esa es la sensación que le produce ejercerlo.

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