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El programa conocido hoy como DAMAC (Dirección de Acceso a Medicamentos de Alto Costo), antes llamado Paciente Protegido, ha sido, desde su fundación, un salvavidas para miles de dominicanos con enfermedades catastróficas. Desde su creación ha tenido diez directores, con cinco de ellos solo en los últimos cinco años. Este dato refleja los constantes cambios en la gestión de un programa esencial para la salud pública.
En la actualidad, DAMAC gestiona un presupuesto cercano a los 8 mil millones de pesos y atiende a más de 12,000 pacientes. Sin embargo, esta cifra parece insuficiente ante la creciente demanda. Y es que cada día se diagnostican más enfermedades crónicas, cada día se incrementan las necesidades. La lista de espera aumenta. Los recursos, por más importantes que sean, ya no son suficientes.
Como usuaria del programa desde hace más de diez años, puedo asegurar que este es el único respaldo real con el que contamos los ciudadanos comunes. Aunque tengamos un seguro médico, ya sea del régimen contributivo o subsidiado, el sistema de salud y seguridad social dominicano clama por una profunda renovación.
Sí, DAMAC funciona. Tiene aspectos positivos. También sombras. Y aunque su existencia es invaluable, no es suficiente.
Necesitamos mayor acceso, más inclusión de pacientes, más inversión. Y sobre todo, necesitamos respuestas.
¿Por cuánto tiempo más podrá el Estado sostener esta carga sin soluciones estructurales?
La seguridad social tiene una deuda histórica con los pacientes de alto costo. El Estado dominicano debe actuar con urgencia. Es imprescindible un diálogo real y sin exclusiones. No podemos seguir gestionando este problema desde la improvisación o la urgencia mediática.
Todos los actores deben estar presentes: el Ministerio de Salud Pública, el Consejo Nacional de Seguridad Social, las Sociedades Médicas Especializadas, el Colegio Médico Dominicano, la Industria Farmacéutica, Contrataciones Públicas y, sobre todo, nosotros, los pacientes.
Porque sin nosotros no hay razón de ser. Sin pacientes, no hay sistema de salud. No hay medicamentos que desarrollar, ni médicos que formar, ni políticas públicas que diseñar. Somos el núcleo. Y no podemos seguir siendo ignorados.
Es momento de dejar de hablar por nosotros y comenzar a hablar con nosotros.
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