Economicas

¿Listos para la batalla?

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Cuando nos encontramos en medio de conflictos intensos, como revoluciones o guerras, la plena conciencia no llega hasta la declaración formal.

Este contenido fue hecho con la asistencia de una inteligencia artificial y contó con la revisión del editor/periodista.

Cuando nos encontramos en medio de conflictos intensos, como revoluciones o guerras, la plena conciencia no llega hasta la declaración formal.

No podemos asegurar si ya resuenan los tambores de guerra o si ya estamos en guerra.

La buena gobernanza aconseja ponderar situaciones desde la perspectiva más desfavorable para anticipar soluciones adecuadas.

Nací en plena Segunda Guerra Mundial. Recuerdo a mi padre y abuelo recogiendo clavos y tornillos del suelo, por si hacían falta. En las ferreterías, escaseaban. Los neumáticos de los vehículos, al deteriorarse, se reforzaban con trozos de otros, asegurados con tuercas y tornillos. Cuando la distancia a recorrer era muy larga, se enfriaban con agua para evitar el sobrecalentamiento. Llegamos a producir aceite de ricino para motores, debido a que los derivados del petróleo se destinaban a la guerra.

¿Están la sociedad y el gobierno dominicanos conscientes de las amenazas que se ciernen sobre nuestra economía, y preparados para un sistema de vida frugales y una austeridad económica consecuente?

No parece, guardando las distancias entre las guerras con presencia física del pasado versus los misiles y drones de hoy.

Las guerras conllevan graves consecuencias. Productos estratégicos como el petróleo son muy demandados y sus precios suben. Hay pronósticos de US$120/barril. Se devastan sembradíos. Se deja de sembrar por falta de mano de obra. Se destruyen instalaciones industriales. El transporte marítimo se dificulta y encarece.

Las potencias en guerra necesitan recursos para financiar material bélico. A menudo, sus carencias las obtienen de las mismas fuentes privadas que nos financian para cubrir nuestros déficits.

¿Qué sucederá si esos recursos gubernamentales o privados que nos financian se necesitan para financiar material bélico?

¿Habrá disponibilidad para nuevos financiamientos? ¿Si los privados se vuelven acreedores exigentes?

Estando hipotecados en un 58% del PIB, con la deuda absorbiendo un tercio de nuestras recaudaciones para el pago de su servicio, el caos fiscal sería inminente y, con él, espirales inflacionarias.

Prepararse para la guerra implica instaurar una cultura más frugal en la sociedad, lo cual solo puede lograr un gobierno auténticamente austero: dejar de despilfarrar en gastos improductivos, burocracias y subsidios, para financiar la producción.

¿Seguiremos malgastando alegremente recursos, incluso en tiempo de guerra?

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