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Los niños y adolescentes de Puerto Plata y San Cristóbal perdieron a una de sus más firmes valedoras, al igual que la educación artística y la cultura en general.
El deceso de María Elena Gratereaux, el domingo pasado, tras varios años de luchar contra una penosa enfermedad, genera un profundo vacío en la comunidad artística y, de manera especial, en quienes se beneficiaron de su visión transformadora.
Desde la fundación de la Fundación Educativa DR Jazz Festival (Fedujazz) en 2012, Gratereaux se consagró a ofrecer educación musical sin costo a niños de entornos vulnerables. En Cabarete, Puerto Plata, cientos de estudiantes recibieron clases de instrumentos como piano, guitarra, batería y saxofón.
Además, la fundación extendió su influencia a San Cristóbal, llevando la música como instrumento de cambio social a nuevas generaciones.
“La educación musical aporta conocidos beneficios al desarrollo social, mental y emocional del ser humano, y a su vez también forma músicos profesionales”, solía decir Gratereaux.
Bajo su liderazgo, el DR Jazz Festival se consolidó como el evento de jazz más importante del país. Este festival no solo celebraba la música, sino que también servía como plataforma educativa, proporcionando talleres y clases magistrales a cientos de jóvenes.
Artistas internacionales de renombre, como Chucho Valdés, Néstor Torres o Buika, compartieron su talento con los estudiantes, enriqueciendo su formación y expandiendo sus horizontes.
La marcha de María Elena Gratereaux deja una huella indeleble. Su compromiso con la educación artística y su pasión por el jazz transformaron vidas y comunidades completas.
No solo fue una líder cultural, sino una semilla que, al germinar, dio frutos de creatividad, disciplina y unidad. Su legado perdurará en cada nota interpretada por los niños que soñaron con ella y en cada acorde que resuena en los escenarios que ella ayudó a construir. Su ausencia es una gran pérdida para el mundo del jazz.
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