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El interceptor 004, donado por The Ocean Cleanup y operado por la plataforma Rescate Ozama, flota en el río ante un entorno aún repleto de residuos sólidos y contaminantes, que condicionan el día a día en Nuevo Domingo Savio. Lo mismo sucede con las embarcaciones de los pescadores tradicionales. Hoy Alexis Monegro
El río Ozama, corazón fluvial de Santo Domingo, lleva décadas arrastrando dos realidades: ser cuna de vida y símbolo de abandono.
Actualmente, mientras iniciativas como el interceptor 004 marcan un hito regional en la lucha contra la contaminación, las voces comunitarias denuncian que los grandes proyectos urbanos, como el Nuevo Domingo Savio, no han solucionado las profundas carencias estructurales de las comunidades ribereñas.
Interceptor 004: tecnología como catalizador
Desde 2020, una embarcación solar inteligente navega silenciosamente por el Ozama: el interceptor 004, donado por The Ocean Cleanup y operado por la plataforma Rescate Ozama, impulsada por el Ministerio de la Presidencia, el PNUD, Ecored y la Embajada del Reino de los Países Bajos.
Esta barcaza, pionera en América Latina, ha recolectado cientos de toneladas de residuos, evitando que hasta un 90% de los plásticos flotantes del Ozama lleguen al mar Caribe, según estudios del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec). Pero su mayor valor es simbólico: representa la posibilidad de sanar el río mediante alianzas, gobernanza y conciencia social.
Educación, economía circular y comunidades
El proyecto Rescate Ozama no se limita a la recolección de residuos. Ha desarrollado programas educativos en escuelas, impulsado emprendimientos sostenibles en barrios como La Ciénaga y Las Lilas, y ha capacitado a más de 225 Mipymes en prácticas responsables.
El impacto ha sido significativo: 310 toneladas de residuos recuperados, más de 1.5 millones de personas beneficiadas y un enfoque de gobernanza que incluye al Ministerio de Medio Ambiente, la Armada Dominicana, Intec y actores locales.
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Domingo Savio: ¿renovación urbana o promesa incumplida?
A pocos metros del Interceptor, otra intervención ha marcado el paisaje: el proyecto Nuevo Domingo Savio, que promete transformar los barrios de La Ciénaga y Los Guandules. Sin embargo, organizaciones como Ciudad Alternativa y la Coordinadora de Organizaciones Barriales Don Bosco (Codondosco) critican su ejecución.
“Lo que tenemos es una avenida bonita, pero la vida de la gente no mejoró”, afirma Ricardo González, director de Ciudad Alternativa. “Más de 1,400 familias fueron desplazadas sin reubicación digna. Se priorizó la infraestructura visible, pero persistieron las carencias básicas: aguas residuales sin tratar, redes eléctricas riesgosas y servicios colapsados”.
El Plan Cigua, elaborado en 2002 por el arquitecto Andrés Navarro, desde Ciudad Alternativa y junto a líderes comunitarios como Codondosco, proponía una transformación sin expulsión, apostando por la permanencia, mejora habitacional y el saneamiento ambiental. “Paradójicamente, varios de sus elementos fueron tomados para el diseño del proyecto, sin dar crédito ni continuidad”, denuncia González.
El futuro del Ozama: entre la esperanza y la deuda
Mientras el interceptor sigue recolectando residuos, el Ozama sigue recibiendo descargas desde barrios donde no se resolvieron los problemas de fondo. La avenida de Nuevo Domingo Savio reluce al sol, pero bajo ella persiste la precariedad.
El Ozama necesita más que barcazas y avenidas; requiere una política integral que articule tecnología, gobernanza, inclusión social y memoria territorial. Un río puede volver a cantar solo si quienes viven a su lado pueden vivir con dignidad.
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